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Lo  pecaminoso

Por 28 de enero de 2021 Sin comentarios

Vicente Molina Foix

Se le ha prestado atención al pecado últimamente, y no para condenarlo. En Londres la National Gallery tuvo entre octubre y enero una gran exposición, Sin (Pecado), en la que sólo pude entrar virtualmente, y en el IVAM de Valencia sigue abierta hasta el 21 de marzo la muy amplia Des/orden moral. Arte y sexualidad en la Europa de entreguerras, con excelente catálogo. Como si, por azar o poder psíquico, los comisarios de ambas hubieran previsto que en un tiempo de extremada profilaxis las lujurias del arte nos desahogarían. Coincide sin embargo esa evocación del desenfreno con una reincidencia en inculpar poco menos que de delincuente a Jaime Gil de Biedma, un hombre que pecó; sus desobediencias al sexto mandamiento las hizo él mismo públicas en Retrato del artista en 1956, una de las (no muy numerosas) obras maestras de la literatura memorial en español. De su vida sin milagros se sabía por biografías y cartas, pero nadie mejor que él para contar sus andanzas prostibularias, al margen de las sentimentales (no todas masculinas), que también las hubo. Hay que ser cuidadosos en las acusaciones hechas al tuntún en el dominio erótico. Casi la mitad de lo expuesto en el IVAM podría haber sido secuestrado en una redada policial de un tiempo no lejano, puesto que allí se muestra el desarreglo sexual, el cuerpo revertido, el desnudo sin edad, el deseo y su procacidad. Pecados íntimos permitidos ya desde que el avance social hizo caduca la ley que los perseguía. El código penal, claro, sigue vigente para los muchos crímenes aún cometidos en nombre del sexo: el estupro, la pederastia familiar o religiosa, la violencia. A Gil de Biedma se le acusa en falso de abuso y vejación, sacando conclusiones ternuristas que dan sonrojo, ya que de ningún modo queda patente que el promiscuo poeta maltratase o humillase a quienes, por voluntad propia, y sin coacción, se iban con él, de ligue, no de víctima. Pecados de la carne, sin cuerpo del delito ni asesino.

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Vicente Molina Foix

 Vicente Molina Foix nació en Elche y estudió Filosofía en Madrid. Residió ocho años en Inglaterra, donde se graduó en Historia del Arte por la Universidad de Londres y fue tres años profesor de literatura española en la de Oxford. Autor dramático, crítico y director de cine (su primera película Sagitario se estrenó en 2001, la segunda, El dios de madera, en el verano de 2010), su labor literaria se ha desarrollado principalmente -desde su inclusión en la histórica antología de Castellet Nueve novísimos poetas españoles- en el campo de la novela. Sus principales publicaciones narrativas son: Museo provincial de los horrores, Busto (Premio Barral 1973), La comunión de los atletas, Los padres viudos (Premio Azorín 1983), La Quincena Soviética (Premio Herralde 1988), La misa de Baroja, La mujer sin cabeza, El vampiro de la calle Méjico (Premio Alfonso García Ramos 2002) y El abrecartas (Premio Salambó y Premio Nacional de Literatura [Narrativa], 2007);. en  2009 publica una colección de relatos, Con tal de no morir (Anagrama), El hombre que vendió su propia cama (Anagrama, 2011) y en 2014, junto a Luis Cremades, El invitado amargo (Anagrama), Enemigos de los real (Galaxia Gutenberg, 2016), El joven sin alma. Novela romántica (Anagrama, 2017), Kubrick en casa (Anagrama, 2019). Su más reciente libro es Las hermanas Gourmet (Anagrama 2021) . La Fundación José Manuel Lara ha publicado en 2013 su obra poética completa, que va desde 1967 a 2012, La musa furtiva.  Cabe también destacar muy especialmente sus espléndidas traducciones de las piezas de Shakespeare Hamlet, El rey Lear y El mercader de Venecia; sus dos volúmenes memorialísticos El novio del cine y El cine de las sábanas húmedas, sus reseñas de películas reunidas en El cine estilográfico y su ensayo-antología Tintoretto y los escritores (Círculo de Lectores/Galaxia Gutenberg). Foto: Asís G. Ayerbe

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