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La “tragedia monstruo” de Lou Reed y Bob Wilson

Por 14 de noviembre de 2011 diciembre 23rd, 2020 Sin comentarios

Vicente Molina Foix

  Producida por el legendario Berliner Ensemble, el teatro creado por Bertolt Brecht, la "Lulu" de Robert Wilson y Lou Reed estrenada en Paris es un fascinante espectáculo distinto en cuanto a la parte musical del doble disco recién publicado con el mismo titulo, compuesto y grabado por Reed en extraño pero feliz maridaje con el grupo heavy Metallica. La función teatral tiene menos de opera rock que el disco, seguramente porque la personalidad plástica y dramática de Wilson es dominante. La nueva colaboración entre los dos artistas (tras "Rocker Time" en 1996 y "POEtry" en el 2000) resulta, sin embargo, armónica y casi siempre brillante, contando además con nuevas canciones escritas ex profeso por Reed y no incluidas en el vinilo. De hecho dos de las mejores piezas musicales interpretadas en el escenario son nuevas: "A Gift" (con deliciosa letra de Reed que empieza con el verso "Solo soy un regalo para las mujeres de este mundo") y la extraordinaria "Vicious Circle", encomendada al personaje clave de la Condesa y maravillosamente cantada por la actriz Anke Engelsmann. Al mismo tiempo, Wilson encuentra soluciones de poderosa fuerza visual para las composiciones del cantante, destacando en particular la escena sobre la pieza en mi opinión central del disco, "Brandenburg Gate", convertida en un "burlesque" cantando coralmente por los seis protagonistas masculinos.

   Como es sabido, la obra original de Franz Wedekind sobre el personaje inocente y maligno de la joven Lulu que provoca la desesperación y la muerte de sus amantes antes de caer ella asesinada por el mismísimo Jack el Destripador, tiene una complejidad y una extensión que dificulta su plasmación escénica. Aun en su versión inacabada, la opera de Alban Berg captura de modo elocuente el espíritu de Wedekind, si bien el compositor hizo su libreto mucho antes de que, en 1988, se publicase el texto hoy considerado definitivo de la trilogía de "Lulu", más de cuatrocientas paginas en formato libro. El espectáculo de Wilson parte de una dramaturgia muy sucinta (de Jutta Ferbers), primando en él los elementos grotescos de esta "tragedia monstruo", tal y como la llamó el propio Wedekind. Los actores-cantantes son en su mayoría excelentes, aunque la protagonista, la gran Angela Winkler, mas conocida en nuestro país por sus películas con los mejores directores del nuevo cine alemán, no acaba de acoplarse al peculiar lenguaje gestual de Wilson. Este, en una de sus geniales ocurrencias, le ha dado gran relieve, sin un rol específico, a una anciana y magnifica actriz del Berliner Ensemble, Ruth Gloss, que cierra de modo inolvidable el primer acto interpretando uno de los clásicos de Lou Reed, "Sunday Morning".  El montaje, con el acompañamiento de seis músicos nada "heavy" de atuendo ni de carácter, abunda en momentos de irresistible comicidad, en un espíritu que mezcla el "slapstick" del cine mudo con la caricatura de las ilustraciones infantiles del último periodo victoriano. Una lectura intuitiva, sorprendente e iluminadora, muy característica del "sello Bob Wilson", un creador anti-intelectual que solamente en España tiene cierta fama de abstracto y arduo.

   En Francia, por el contrario, es una figura de referencia, me atrevo a decir que un ídolo desde los lejanos días de los primeros 1970 en que fue apadrinado, con un famoso articulo extasiado, por el poeta Louis Aragon. Las entradas para las diez funciones de "Lulu" en el inmenso Théatre de la Ville se agotaron en pocos días, y tiene por ello su lógica que haya sido la capital francesa donde se cerrara el mes de celebraciones "wilsonianas" con motivo de su setenta aniversario. Cinco grandes ciudades del mundo, Berlin, Nueva York, Sao Paulo, Milán y ahora París, han organizado, siguiendo un modelo muy norteamericano, cenas para invitados de pago en beneficio de Watermill, la fundación de investigaciones teatrales y plásticas creada y sostenida por el en Long Island, precedidas cada una por el estreno de uno de sus espectáculos. La de París iba a haberse celebrado en la casa de Pierre Bergé, el viudo de Yves Saint Laurent, del mismo modo que la de Milán tuvo lugar en la de Giorgio Armani. Pero el gran numero de los "paying guests" en París, que incluía, entre amigos y mecenas de diversos países, a Isabelle Huppert, una rejuvenecida Anouk Aimée y el ministro de Cultura Fredéric Mitterrand, obligo a desplazarla al (muy) tradicional restaurante de la Rive Droite "Chez Laurent", donde no faltó el pastel ni las canciones de cumpleaños.     

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Vicente Molina Foix

 Vicente Molina Foix nació en Elche y estudió Filosofía en Madrid. Residió ocho años en Inglaterra, donde se graduó en Historia del Arte por la Universidad de Londres y fue tres años profesor de literatura española en la de Oxford. Autor dramático, crítico y director de cine (su primera película Sagitario se estrenó en 2001, la segunda, El dios de madera, en el verano de 2010), su labor literaria se ha desarrollado principalmente -desde su inclusión en la histórica antología de Castellet Nueve novísimos poetas españoles- en el campo de la novela. Sus principales publicaciones narrativas son: Museo provincial de los horrores, Busto (Premio Barral 1973), La comunión de los atletas, Los padres viudos (Premio Azorín 1983), La Quincena Soviética (Premio Herralde 1988), La misa de Baroja, La mujer sin cabeza, El vampiro de la calle Méjico (Premio Alfonso García Ramos 2002) y El abrecartas (Premio Salambó y Premio Nacional de Literatura [Narrativa], 2007);. en  2009 publica una colección de relatos, Con tal de no morir (Anagrama), El hombre que vendió su propia cama (Anagrama, 2011) y en 2014, junto a Luis Cremades, El invitado amargo (Anagrama), Enemigos de los real (Galaxia Gutenberg, 2016), El joven sin alma. Novela romántica (Anagrama, 2017), Kubrick en casa (Anagrama, 2019). Su más reciente libro es Las hermanas Gourmet (Anagrama 2021) . La Fundación José Manuel Lara ha publicado en 2013 su obra poética completa, que va desde 1967 a 2012, La musa furtiva.  Cabe también destacar muy especialmente sus espléndidas traducciones de las piezas de Shakespeare Hamlet, El rey Lear y El mercader de Venecia; sus dos volúmenes memorialísticos El novio del cine y El cine de las sábanas húmedas, sus reseñas de películas reunidas en El cine estilográfico y su ensayo-antología Tintoretto y los escritores (Círculo de Lectores/Galaxia Gutenberg). Foto: Asís G. Ayerbe

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