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Granja animal

Por 28 de mayo de 2021 Sin comentarios

Vicente Molina Foix

La naturaleza sin animales es incomprensible, y nosotros sin ellos seríamos poca cosa; lo creo y no he tenido nunca en mi vida más que un periquito hablador en una jaula, aunque he escrito sobre el reino animal escenas de novela y una elegía fúnebre a un chucho. Uno de mis mejores amigos se llama Trotski y es un husky siberiano que vive en tierras calientes. Pascal dijo que “ningún animal admira a otro animal”. ¿Y a los humanos? ¿Es admiración lo que nos tienen o amor perdurable? Depende, claro, de cada especie y raza, de cada hogar, del buen o mal talante de cada propietario. Entre las últimas chorradas del gobierno de Boris Johnson está el proyecto de ley que reconoce capacidad de sentimiento a las que pronto se prohibirá llamar bestias. Con ese motivo me entero de que también en España se quiere modificar el código civil para que los animales dejen de ser tenidos por objetos, haciendo además que los divorciados con mascota ganancial lleven a los tribunales la custodia del gato huérfano de una u otra mano acariciadora. Me parece una buenísima iniciativa cualquier medida que proteja a los animales del abandono y el maltrato, y les asegure, en las casas como en las granjas o cuadras, la higiene, la atención, el acomodo e incluso, por qué no a ellos también, el privilegio de la comida gourmet; me he visto sorprendido en los supermercados por su gran variedad, destacando un “pienso vegano para perros adultos”, aunque es difícil saber si la dieta vegana la quiso el animal o la impuso su dueño. El paquete grande de esta delicatessen zoológica estaba a 85 euros, pero los había más asequibles. ¿Y los millones de seres que pasan hambre en el mundo? Qué tópico, ¿verdad? Se me llamará demagogo, o algo peor, ¿criminal?, si añado que me gusta la pata negra y de vez en cuando saboreo un besugo, que tiene en su cabeza ojos a cada lado, como los míos.

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Vicente Molina Foix

 Vicente Molina Foix nació en Elche y estudió Filosofía en Madrid. Residió ocho años en Inglaterra, donde se graduó en Historia del Arte por la Universidad de Londres y fue tres años profesor de literatura española en la de Oxford. Autor dramático, crítico y director de cine (su primera película Sagitario se estrenó en 2001, la segunda, El dios de madera, en el verano de 2010), su labor literaria se ha desarrollado principalmente -desde su inclusión en la histórica antología de Castellet Nueve novísimos poetas españoles- en el campo de la novela. Sus principales publicaciones narrativas son: Museo provincial de los horrores, Busto (Premio Barral 1973), La comunión de los atletas, Los padres viudos (Premio Azorín 1983), La Quincena Soviética (Premio Herralde 1988), La misa de Baroja, La mujer sin cabeza, El vampiro de la calle Méjico (Premio Alfonso García Ramos 2002) y El abrecartas (Premio Salambó y Premio Nacional de Literatura [Narrativa], 2007);. en  2009 publica una colección de relatos, Con tal de no morir (Anagrama), El hombre que vendió su propia cama (Anagrama, 2011) y en 2014, junto a Luis Cremades, El invitado amargo (Anagrama), Enemigos de los real (Galaxia Gutenberg, 2016), El joven sin alma. Novela romántica (Anagrama, 2017), Kubrick en casa (Anagrama, 2019). Su más reciente libro es Las hermanas Gourmet (Anagrama 2021) . La Fundación José Manuel Lara ha publicado en 2013 su obra poética completa, que va desde 1967 a 2012, La musa furtiva.  Cabe también destacar muy especialmente sus espléndidas traducciones de las piezas de Shakespeare Hamlet, El rey Lear y El mercader de Venecia; sus dos volúmenes memorialísticos El novio del cine y El cine de las sábanas húmedas, sus reseñas de películas reunidas en El cine estilográfico y su ensayo-antología Tintoretto y los escritores (Círculo de Lectores/Galaxia Gutenberg). Foto: Asís G. Ayerbe

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