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El género español

Por 2 de abril de 2012 diciembre 23rd, 2020 Sin comentarios

Vicente Molina Foix

Por primera vez en mi memoria de los premios Goya, que cubre, si no me equivoco, los veintiséis años trascurridos desde su inicio, las películas con el mayor número de nominaciones eran todas de calidad. Faltaban, a mi juicio, entre las candidatas dos de las propuestas más estimulantes y ambiciosas del 2011, ‘Los pasos dobles’, de Isaki Lacuesta, y ‘La mitad de Oscar’, de Manuel Martín Cuenca, un poco raras ambas, quizá, o recalcitrantes, para el gusto académico, aunque Lacuesta sí vio reconocido otro trabajo suyo, ‘El cuaderno de barro’, entre las nominadas al mejor largometraje documental. No ganó el premio, concedido, en un acto de justicia metajudicial a ‘Escuchando al juez Garzón’, la entrevista que Manuel Rivas le hace a palo seco ante la cámara al magistrado perseguido. El galardón, y las palabras combativas de la directora del film, Isabel Coixet, movieron al aplauso a la sala, mientras quedaban quietas las manos del ministro y el subsecretario de Cultura, presentes en la entrega.

Más que hablar de mi acuerdo o desacuerdo con los resultados, me gustaría hablar de tendencias, ya que las cuatro finalistas a mejor película y mejor dirección, ‘Blackthorn’ de Mateo Gil, ‘La piel que habito’ de Pedro Almodóvar, ‘No habrá paz para los malvados’ de Enrique Urbizu, y ‘La voz dormida’ de Benito Zambrano, son obras de género, cada una en su registro, como también lo es la quinta triunfadora, ‘Eva’, que obtuvo tres ‘goyas’, entre ellos el de mejor director novel para su joven autor Kike Maíllo. ‘Eva’, a mi modo de ver la película española más redonda del año pasado, pertenece a un género poco frecuente aquí, el de la ciencia-ficción, y de ahí que resalte más el logro de Maíllo; tiene un guión muy bien escrito (en el que colabora el dramaturgo Sergi Belbel), unos actores estupendos (con un Lluís Homar sensacional haciendo de robot tocado por la ‘comedia del arte’) y un conglomerado de aciertos técnicos y visuales más cercanos al aparato industrial de Hollywood de lo que entre nosotros es habitual. También tiene las ingenuidades de la fantaciencia, que no resultan nunca ñoñas, matizadas, como lo están muy efectivamente, por el humor.

La película ganadora de seis ‘goyas’, incluyendo los dos principales, ‘No habrá paz para los malvados’, es un competente ‘thriller’ de policías problemáticos, un género pujante dentro del género del cine negro actual. Urbizu, que no elude los tópicos cuando se le presentan en su propio guión, dirige siempre con brío, rara vez con genio, que es lo que le sobra a su máximo rival del año, Almodóvar. ‘La piel que habito’ (con cuatro ‘goyas’, ninguno para él directamente) puede tener ciertas descompensaciones en el trazo dramático y tal vez un abuso del ‘flashback’, pero es una obra deslumbrante en su relato, en su refinamiento formal, nada veleidoso, y en su propuesta de cine gótico, que transforma el motivo del ‘mad doctor’ fílmico (los doctores Jekyll y Caligari, Moreau, Mabuse o Quatermass) en algo más: una profunda exploración de los mecanismos creativos y del rol del artista como gran cirujano de las formas imaginarias. Es además admirable ver al cineasta seguramente más famoso hoy en el mundo dando un salto semántico fuera de la comedia y el melodrama, donde se le reconoce la maestría, para explorar el terreno nuevo del cuento de terror.

Aunque es, de todas las candidatas, la que menos me gusta, ‘La voz dormida’ (con premios a dos de sus actrices y a la canción original) es un ejercicio solvente y bien tramado del género historicista de la guerra civil, arrasador por cierto en los ‘goya’ del año pasado gracias a ‘Pan negro’, ya comentada en su día, con respeto y decepción, en esta misma página de la revista. La película de Zambrano, que adapta la novela de éxito de Dulce Chacón, se asemeja en su tono, en su buen acabado y en su sesgo ideológico al muy popular culebrón de izquierdas de Televisión Española, ‘Amar en tiempos revueltos’. Las razones del gran fracaso en el ‘box office’ de ‘La voz dormida’ las veo claras: su vibrante lectura republicana y laica de la represión en el primer franquismo está concebida para un espectador de ideas afines al que la blandura sentimental del tratamiento dramático le resulta ajena. Mientras que ese sentimentalismo, en la segunda mitad del film muy acentuado, podría haber seducido a los espectadores más convencionales y acomodaticios, que no quisieron pagar el precio de una entrada para recibir un mensaje tan inequívocamente progresista. ‘La voz dormida’ tenía a su público reñido.

Lo más inesperado de los premios de este año es todo lo relacionado con ‘Blackthorn’, segundo largometraje del director canario (y coguionista de Alejandro Amenábar) Mateo Gil. Tuvo muy buen crítica en su estreno a principios del verano pasado y un pobrísimo balance económico en las salas de exhibición, del todo inmerecido, pues es un ‘western’ crepuscular de excelente factura, magnífico guión y un gran duelo de titanes interpretativos entre Sam Shepard y Stephen Rea, a los que Eduardo Noriega responde con aplomo y en un inglés comprensible. Película alabada por los que la vieron pero maldita, ‘Blackthorn’ renació (un poco) en los cines al obtener once nominaciones, y ahora se ha ido con cuatro premios (producción, fotografía, vestuario y dirección de arte). En este caso, el gran público nacional tal vez se vio ante un dilema, y eso le retrajo en taquilla: pese a nuestro pasado almeriense como escenario del spaghetti-western, la novedad de un film del oeste de ambiente boliviano posiblemente hizo que este noble y acreditado género cinematográfico no pareciera lo suficientemente español.

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Vicente Molina Foix

 Vicente Molina Foix nació en Elche y estudió Filosofía en Madrid. Residió ocho años en Inglaterra, donde se graduó en Historia del Arte por la Universidad de Londres y fue tres años profesor de literatura española en la de Oxford. Autor dramático, crítico y director de cine (su primera película Sagitario se estrenó en 2001, la segunda, El dios de madera, en el verano de 2010), su labor literaria se ha desarrollado principalmente -desde su inclusión en la histórica antología de Castellet Nueve novísimos poetas españoles- en el campo de la novela. Sus principales publicaciones narrativas son: Museo provincial de los horrores, Busto (Premio Barral 1973), La comunión de los atletas, Los padres viudos (Premio Azorín 1983), La Quincena Soviética (Premio Herralde 1988), La misa de Baroja, La mujer sin cabeza, El vampiro de la calle Méjico (Premio Alfonso García Ramos 2002) y El abrecartas (Premio Salambó y Premio Nacional de Literatura [Narrativa], 2007);. en  2009 publica una colección de relatos, Con tal de no morir (Anagrama), El hombre que vendió su propia cama (Anagrama, 2011) y en 2014, junto a Luis Cremades, El invitado amargo (Anagrama), Enemigos de los real (Galaxia Gutenberg, 2016), El joven sin alma. Novela romántica (Anagrama, 2017), Kubrick en casa (Anagrama, 2019). Su más reciente libro es Las hermanas Gourmet (Anagrama 2021) . La Fundación José Manuel Lara ha publicado en 2013 su obra poética completa, que va desde 1967 a 2012, La musa furtiva.  Cabe también destacar muy especialmente sus espléndidas traducciones de las piezas de Shakespeare Hamlet, El rey Lear y El mercader de Venecia; sus dos volúmenes memorialísticos El novio del cine y El cine de las sábanas húmedas, sus reseñas de películas reunidas en El cine estilográfico y su ensayo-antología Tintoretto y los escritores (Círculo de Lectores/Galaxia Gutenberg). Foto: Asís G. Ayerbe

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