Vicente Molina Foix
Vuelvo a Artaud, en una despedida que durará dos semanas, las previas al cierre (el 7 de junio) de su fascinante exposición en La Casa Encendida de Madrid. Y la empiezo con el papa Pío XII, una de sus bestias negras. En 1925, el escritor ya publica en el número 3 de la revista de André Breton ‘La Révolution Surréaliste’ una primera versión de su ‘Adresse au Pape" (‘Petición al Papa’) en la que sus quejas y sus insidias van dirigidas al papado; el futuro Pío XII era sólo entonces un poco conocido cardenal.
"En nombre de la Patria, en nombre de la Familia, tú empujas a la venta de almas, a la libre trituración de los cuerpos" [las traducciones son mías].
Ese "tú" es un papa abstracto, pero en los últimos años de su vida Artaud lo encarnaría en el cardenal Pacelli, que había sido elegido papa en 1939 bajo el nombre de Pío XII. Una y otra vez, el escritor rescribe su petición o encomienda en el manicomio de Rodez, ampliándola y añadiéndole diatribas pero manteniéndose fiel a la idea con la que terminaba aquel primer ‘tratamiento’ del texto de 1925: "El mundo es el abismo del alma, Papa torcido, Papa exterior al alma, déjanos nadar en nuestros cuerpos, deja nuestras almas en nuestras almas, no tenemos necesidad de tu cuchillo de claridades".
En la versión digamos que definitiva del 1 de octubre de 1946 (la más extensa de todas las que se conservan), Artaud blasfema desde el arranque y personaliza sus injurias en Pío XII, aunque sin duda lo más interesante es el paralelo en el que se sitúa a sí mismo: el de un anti-cristo laico. Le recuerda al sumo pontífice con todo detalles su propia ‘pasión’ y ‘calvario’, en los que "he sido detenido, encarcelado, internado y envenenado desde septiembre de 1937 a mayo de 1946 exactamente por las razones por las que fui detenido, flagelado, crucificado y arrojado sobre un montón de estiércol en Jerusalén hace algo más de dos mil años".
"Soy yo (y no Jesucristo) el que fue crucificado en el Gólgota, y lo fui por haberme levantado contra dios y su cristo,
porque soy un hombre
y dios y su cristo no son más que ideas".
La idea de esa religión sin cuerpo real representada por Pío XII sobrevivió naturalmente a Artaud; él murió en 1948, Pío XII diez años más tarde. Los papas siguen en Roma, y las ideas que propagan causando estragos con su mortífero "cuchillo de claridades".