Vicente Molina Foix
En el cine donde la vi, los Golem de Madrid, mis preferidos, antes de la película sale en pantalla su director y se dirige a nosotros abiertamente pero con modestia. Todos le conocemos, y seguramente ese prólogo que precede a “Golpe de suerte” esté incorporado a todas las copias en distribución. Aunque el actor y cineasta se muestra leal, yo me apené en esos breves minutos previos: la película es magnífica, pero él dice adiós, no ya solo en la interpretación sino en la dirección. ¿Se cumplirá el vaticinio? Muchos son los artistas (y los toreros) que anuncian su retirada y no la llevan a cabo hasta que les llega la muerte; Woody Allen ha tenido muy malas tardes en los ruedos, pero yo no recuerdo a ningún otro cineasta tan prolífico (con más de 50 títulos en su haber) de quien haya visto todo, absolutamente todo, lo que ha hecho, como un adicto reincidente. Y qué admirable su capacidad de levantar cabeza tras los descalabros. En este caso, por ejemplo. La anterior, “Rifkins Festival”, era un travelogue de baja estofa que trascurría en San Sebastián, y al anunciarse la que ahora hemos visto, ”Coup de chance”, rodada en francés en Francia, la amenaza de un turismo fílmico de Tercera Edad se dibujó en el horizonte. Nada más lejos.
“Coup de chance” es una gran película chabroliana, y me atrevo a decir que está a la altura de las mejores del fallecido autor de “El carnicero” o “La mujer infiel”. Me imagino a estos dos geniales humoristas encontrándose algún día futuro en el más allá, celoso el francés que imitaba tan originalmente a Hitchcock del norteamericano, que ahora le imita a él en este thriller envuelto en aires de comedia conyugal.