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Decolorar

Por 4 de septiembre de 2020 diciembre 23rd, 2020 Sin comentarios

Vicente Molina Foix

Desanima que una de las causas más nobles y necesarias, el anti-racismo, se deje contagiar por la frivolidad. Un nuevo caso llega desde Inglaterra, y de un núcleo que uno adivina acendradamente blanco, la sociedad propietaria de los derechos de autor de Agatha Christie; su portavoz James Prichard, bisnieto de la novelista, ha dado a conocer el 26 de agosto el título a partir de ahora obligatorio en cualquier lengua del bestseller de su antepasada traducido al español como Diez negritos. Hay que reconocer que el original, Ten little niggers, suscitó dudas desde su publicación en 1939, usándose pronto la alternativa americanizada Ten little Indians (Diez indiecitos), más hiriente creo yo, o la inocua y bastante fea And then there were none (Y no quedó ninguno), que es el verso final de una rima infantil en la que se basa el argumento criminal de Dame Agatha. Pero el vocablo nigger, peyorativo a partir de la guerra civil americana, fue reactivado a lo largo del siglo XX, y lo es hoy mismo, por intelectuales y líderes negros, realzando así el orgullo de serlo y subrayando la lacra esclavista, algo similar a lo que hizo Jean Genet, caucásico él, en su provocativa pieza teatral Les nègres.

La inminente reedición francesa se llamará, "para no herir", Eran diez, desapareciendo del texto las 74 alusiones a nigger; la isla del Negro donde trascurre la acción pasa a ser la isla del Soldado. Aquí Espasa mantiene de momento sus Diez negritos, si bien en el interior figura como título inglés el inocuo antes citado. Esta purificación del negro puede producir en nosotros -que al contrario que anglófonos y francófonos no tenemos palabras distintas para tal color- grandes metamorfosis. ¿Dejará la doblemente sospechosa El rojo y el negro de llamarse como le puso Stendhal? ¿Se quedará el clásico del cine brasileño Orfeo negro en mero Orfeo oscuro? Y da vértigo pensar que una de las mejores novelas de Javier Marías pase a ser Afroamericana espalda del tiempo. Todo por no herir.

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Vicente Molina Foix

 Vicente Molina Foix nació en Elche y estudió Filosofía en Madrid. Residió ocho años en Inglaterra, donde se graduó en Historia del Arte por la Universidad de Londres y fue tres años profesor de literatura española en la de Oxford. Autor dramático, crítico y director de cine (su primera película Sagitario se estrenó en 2001, la segunda, El dios de madera, en el verano de 2010), su labor literaria se ha desarrollado principalmente -desde su inclusión en la histórica antología de Castellet Nueve novísimos poetas españoles- en el campo de la novela. Sus principales publicaciones narrativas son: Museo provincial de los horrores, Busto (Premio Barral 1973), La comunión de los atletas, Los padres viudos (Premio Azorín 1983), La Quincena Soviética (Premio Herralde 1988), La misa de Baroja, La mujer sin cabeza, El vampiro de la calle Méjico (Premio Alfonso García Ramos 2002) y El abrecartas (Premio Salambó y Premio Nacional de Literatura [Narrativa], 2007);. en  2009 publica una colección de relatos, Con tal de no morir (Anagrama), El hombre que vendió su propia cama (Anagrama, 2011) y en 2014, junto a Luis Cremades, El invitado amargo (Anagrama), Enemigos de los real (Galaxia Gutenberg, 2016), El joven sin alma. Novela romántica (Anagrama, 2017), Kubrick en casa (Anagrama, 2019). Su más reciente libro es Las hermanas Gourmet (Anagrama 2021) . La Fundación José Manuel Lara ha publicado en 2013 su obra poética completa, que va desde 1967 a 2012, La musa furtiva.  Cabe también destacar muy especialmente sus espléndidas traducciones de las piezas de Shakespeare Hamlet, El rey Lear y El mercader de Venecia; sus dos volúmenes memorialísticos El novio del cine y El cine de las sábanas húmedas, sus reseñas de películas reunidas en El cine estilográfico y su ensayo-antología Tintoretto y los escritores (Círculo de Lectores/Galaxia Gutenberg). Foto: Asís G. Ayerbe

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