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Ciego en la playa

Por 30 de marzo de 2009 diciembre 23rd, 2020 Sin comentarios

Vicente Molina Foix

Cuenta Montaigne que Alejandro Magno, al ir a acostarse, y por miedo a que el sueño le distrajera de lo esencial, dejaba siempre una mano fuera del embozo, y dentro de ella una bolita de cobre; cuando se dormía, la bola caía de la mano sobre un recipiente colocado al afecto junto al lecho, despertándole y permitiendo así que el monarca volviera a sus pensamientos. Novalis, menos aparatoso, se hacía despertar en mitad de la noche, sin bol ni bola, aunque preocupado de tener siempre en la mesilla una vela y un cuaderno donde transcribir sus sueños.

    Yo no llego a tanto, pero la edad me facilita las cosas. A mis años, el hombre suele sentir la necesidad de orinar en mitad de la noche, y ese incordio tiene su lado romántico-alemán, pues facilita la acotación de los sueños en la espesura del letargo; se recuerda (y se puede anotar, como yo hago, a lo Novalis, con luz eléctrica) la primera entrega del inconsciente y, si la vejiga vuelve a apretar, una segunda, quedando todavía el último recuento de la mañana. La fisiología al servicio de la interpretación de los sueños.

    Hoy, sin embargo, al despertar, mi sueño más patente pertenecía a otro durmiente, y ni siquiera puedo pretender originalidad. La imagen que flotaba en mi cabeza está en la secuencia que más me ha impresionado de Los abrazos rotos, aquella que sucede en Lanzarote después del accidente de automóvil que deja ciego al protagonista, Mateo Blanco (Lluís Homar), a partir de ese momento convertido en Harry Caine. Acompañado de su fiero ángel tutelar Judit (el nombre bíblico no puede ser casual) y del hijo de ella, Diego, aún un niño, Mateo/Harry hace detener el coche e insiste en que, mientras su amiga resuelve unas cuestiones de intendencia en el pueblo, desea bajar desde la carretera a la orilla. Por los ojos de Judit (Blanca Portillo) pasa una sombra mortal, la tentación de ahogarse, la que también siente una mujer herida y de nombre doble, Sylvia/Mariana (Charlize Theron), en el arranque de la excelente película de Guillermo Arriaga Lejos de la tierra quemada. Pero Judit le deja descender del coche y, guiado por la mano del niño, el hombre se adentra en una playa de surfistas y cometas. Es una escena hondamente trágica en su brevedad; de espaldas a la carretera, frente a un mar que no puede ver, Mateo/Harry es un padre ciego, un equivocado víctima de una pesadilla, como, en un episodio muy similar al borde de un acantilado, lo es otro padre engañado, cegado y con su noble nombre desvirtuado, Gloucester, el vasallo de El rey Lear de Shakespeare, una obra que he seguido sintiendo a lo largo de la mañana como fondo tal vez casual de este elocuente ensayo sobre la ceguera que es la última película de Almodóvar.

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Vicente Molina Foix

 Vicente Molina Foix nació en Elche y estudió Filosofía en Madrid. Residió ocho años en Inglaterra, donde se graduó en Historia del Arte por la Universidad de Londres y fue tres años profesor de literatura española en la de Oxford. Autor dramático, crítico y director de cine (su primera película Sagitario se estrenó en 2001, la segunda, El dios de madera, en el verano de 2010), su labor literaria se ha desarrollado principalmente -desde su inclusión en la histórica antología de Castellet Nueve novísimos poetas españoles- en el campo de la novela. Sus principales publicaciones narrativas son: Museo provincial de los horrores, Busto (Premio Barral 1973), La comunión de los atletas, Los padres viudos (Premio Azorín 1983), La Quincena Soviética (Premio Herralde 1988), La misa de Baroja, La mujer sin cabeza, El vampiro de la calle Méjico (Premio Alfonso García Ramos 2002) y El abrecartas (Premio Salambó y Premio Nacional de Literatura [Narrativa], 2007);. en  2009 publica una colección de relatos, Con tal de no morir (Anagrama), El hombre que vendió su propia cama (Anagrama, 2011) y en 2014, junto a Luis Cremades, El invitado amargo (Anagrama), Enemigos de los real (Galaxia Gutenberg, 2016), El joven sin alma. Novela romántica (Anagrama, 2017), Kubrick en casa (Anagrama, 2019). Su más reciente libro es Las hermanas Gourmet (Anagrama 2021) . La Fundación José Manuel Lara ha publicado en 2013 su obra poética completa, que va desde 1967 a 2012, La musa furtiva.  Cabe también destacar muy especialmente sus espléndidas traducciones de las piezas de Shakespeare Hamlet, El rey Lear y El mercader de Venecia; sus dos volúmenes memorialísticos El novio del cine y El cine de las sábanas húmedas, sus reseñas de películas reunidas en El cine estilográfico y su ensayo-antología Tintoretto y los escritores (Círculo de Lectores/Galaxia Gutenberg). Foto: Asís G. Ayerbe

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