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LA VIDA NO ERA UNA TOMBOLA

Por 30 de marzo de 2009 Sin comentarios

Eder. Óleo de Irene Gracia

Javier Rioyo

 

 

"Que la vida iba en serio, uno lo empieza a comprender más tarde", lo decía Jaime Gil cuando se dio cuenta que ya no volvería a ser joven. El año de sus "poemas póstumos"  Marisol estaba dejando de ser la niña rubia que puso color en los franquistas sesentas para ser una  joven a la que había que disimular sus relieves. El negocio de aquellas falsas moralidades consistía en que siguiera siendo la perpetua adolescente. Las curvas eran para privado disfrute de sus "inventores".

 No pudo ser. Se empeñó en crecer,  se despojó de los colorines de reina del  pop aflamencado, se borró de estrella de luz y de color, o o or. Sabía que debajo del technicolor seguía la vida en blanco y negro. Después de la película se desmontaba la tómbola. La casta guapeada que la rodeaba iba de moderna entre Marbella y Torremolinos, una Sodoma y Gomorra españoleadas. Se paraba en estas santas fechas, se disimulaba. Disfraz de negro y mantilla, dejarse ver en procesiones y pasar del rayo de luz a las sombras de las caperuzas. Del corre corre caballito a los pasos de las cofradías. De las cabriolas a las cadenas. De la voz del angelito rubio a la gravedad en saeta.

Venía de Londres, de soportar en vallas, periódicos, televisiones o pubs la presencia de la última estrella de la telebasura, Jade Goody. No estaba preparado para enfrentarme con dos capítulos televisivos sobre nuestra estrella de los sesenta. Nada tienen que ver la vida, miserias, sonrisas y lágrimas de la tragicómica historia de Jade con la de una joven que se llamó de Marisol y que consiguió ser Pepa Flores, pero su explotación televisiva, el uso del morbo, esa intención de vendernos sus vidas privadas me parecieron negocios paralelos. Jade vendía sus nadas a pedazos. Marisol fue vendida a golpes de películas y reportajes. En Inglaterra se vende la muerte de una princesa real o la de los suburbios. Aquí nos ofrecen los interiores de una niña que se hizo mujer y que nunca se quiso vender.

No mejoramos. De aquellas simpáticas banalidades folklórico-infantiles de Marisol a éstos polvos/lodos de una serie que abarata situaciones, sentimientos, músicas y letras. Para hacer una crónica sentimental de lo que fuimos hace falta un poco más de Vázquez Montalbán y un poco menos de estética de culebrón. No se lo merece Pepa Flores. Se desnudó cuando quiso, ante el envidiado César Lucas, con Mario Camus en compañía de maquis o con Antonio Gades como Pepa de día o de noche. Lleva banderas que no son las mías, dice cosas que no comparto pero mantiene el silencio más clamoroso y digno de nuestros mitos. Su voz se hizo grave, profunda, emocionante. Pasó de la vida como tómbola al desgarro de las presas. Dejó las galas de antaño se acercó a las que sueñan en las  galerías de perpetuas. Dijo adiós a todo esto. ¿Por qué seguimos sacándola en procesión?

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Javier Rioyo

Javier Rioyo (Madrid, 1952) es licenciado en Ciencias de la Información. Periodista, escritor, director y guionista de cine, radio, televisión y dramáticos. Dirigió y presentó el programa semanal de libros Estravagario en TVE 2, con el que obtuvo el Premio Fomento a la Lectura 2005, concedido por la Federación del Gremio de Editores de España. También ha sido responsable de cultura y libros en el programa diario Hoy por hoy de la cadena SER. Es colaborador habitual de El País (escribe para el suplemento semanal Domingo) y de la revista Cinemanía. En televisión, Rioyo ha presentado el programa "El Faro" del canal Documanía y ha obtenido dos premios Ondas en Radio y uno en Televisión. Ha sido guionista de numerosos festivales de música para Canal+, así como de los premios Goya, y de diversos programas de radio y televisión. También coordinó los guiones para la serie Severo Ochoa. Ha dirigido y participado en cursos de Comunicación y Cultura en diversas universidades españolas. Formó parte del Comité Asesor de Alfaguara y ha sido jurado de festivales de cine y premios literarios en varias ocasiones. Es autor del libro Madrid: casas de lenocinio, holganza y malvivir (Espasa Calpe, Premio 1992 Libros sobre Madrid); y de La vida golfa (Aguilar, 2003). En 2005, con su productora Storm Comunicación, realizó la producción ejecutiva y el guión de Miracolo Spagnolo, un documental para la RAI sobre la llegada de José Luis Rodríguez Zapatero al gobierno y su primer año de legislatura. También dirigió y produjo Alivio de luto, un vídeo documental en el que entrevista a Joaquín Sabina; así como Un Quijote cinematográfico. En 1994 fundó la productora Cero en conducta, con José Luis López-Linares, con la que tuvo a su cargo el guión y la dirección de Alberti para caminantes (2003); y la producción ejecutiva y el guión del largometraje Un instante en la vida ajena (2003), que obtuvo el Premio Goya al mejor documental; así como de Tánger, esa vieja dama (2002). También ha codirigido con José Luis López-Linares el cortometraje Los Orvich: Un oficio del Siglo XX (1997), y los largometrajes Extranjeros de sí mismos (2001), nominado al mejor documental en la XVI edición de los Premios Goya; A propósito de Buñuel (2000); Lorca, así que pasen cien años (1998), nominado a los premios Emmy 1998; y Asaltar los cielos (1996), nominado a los premios Goya al Mejor Montaje, y ganador del Premio Especial Cine, de los Premios Ondas 1997.

En 2011 fue nombrado director del centro del Instituto Cervantes de Nueva York en sustitución de Eduardo Lago.​ Ocupó el cargo hasta septiembre de 2013, cuando fue sustituido por Ignacio Olmos.​ En 2014 fue nombrado responsable del centro del Instituto Cervantes en Lisboa.​ En febrero de 2019 deja el cargo y pasa a dirigir el centro de Tánger de la misma institución.

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