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Artaud y la fecalidad

Por 25 de mayo de 2009 diciembre 23rd, 2020 Sin comentarios

Vicente Molina Foix

Reproduzco a continuación, en la traducción de Mauro Armiño, y con autorización de La Casa Encendida, el fragmento central de la emisión radiofónica "Para acabar con el juicio de Dios", que fue grabada entre el 22 y el 29 de noviembre de 1947 por encargo de la Radiodifusión Francesa, organismo que finalmente prohibiría su emisión. "La búsqueda de la fecalidad" está interpretado por el actor y director de escena Roger Blin, con intervención digamos coral (unos rugidos) del propio autor. Hay pocos textos tan reveladores en la obra de Artaud, y ninguno expresa, creo, con tanta virulencia y clarividencia la noción antipapal y anticristiana comentada ya en este blog el pasado día 18 de mayo.

                            _________

 

La búsqueda de la fecalidad

 

Allí donde huele a mierda

huele a ser.

El hombre muy bien habría podido no   cagar,

no abrir el bolsillo anal,

pero eligió cagar

como habría escogido vivir

en lugar de consentir vivir muerto.

 

Pues para no hacer caca

habría tenido que consentir

no ser,

pero no pudo decidirse a perder

            el ser,

es decir, a morir viviendo.

 

Hay en el ser

algo particularmente tentador para el hombre,

y ese algo es precisamente

            la caca.

       (Aquí rugidos.)

 

Para existir basta con dejarse ir a ser,

pero para vivir

hay que ser alguien,

para ser alguien

hay que tener un hueso,

no tener miedo a mostrar el hueso,

y perder la carne al pasar.

 

El hombre siempre ha preferido la carne

a la tierra de los huesos.

No había más que tierra y bosques de huesos,

y tuvo que ganarse su carne,

no había más que hierro y fuego

y no mierda,

y el hombre tuvo miedo a perder la mierda

o más bien deseó la mierda

y, para eso, sacrificó la sangre.

 

Para tener la mierda,

es decir la carne,

allí donde no había más que sangre

y chatarra de osamentas

y donde no tenía que ganar ser

pero donde no tenía que perder más que la vida.

 

            o reche modo

            to edire

            di za

            tau dari

            do padera coco

 

El hombre se retiró y huyó.

 

Entonces lo devoraron los animales.

 

No fue una violación,

él se prestó a la obscena comida.

 

Le encontró gusto,

aprendió por sí mismo

a hacer el bestia

y a comer rata

delicadamente.

 

¿Y de dónde viene esa abyección de suciedad?

 

¿De que el mundo sigue sin estar constituido,

o de que el hombre sólo tiene una pequeña idea del mundo

y quiere conservarla eternamente?

 

Viene de que el hombre,

un buen día,

detuvo

            la idea del mundo.

 

Dos rutas se ofrecían a él:

la del infinito fuera,

la de lo ínfimo dentro.

 

Escogió lo ínfimo dentro.

Allí donde basta con exprimir

la rata,

la lengua,

el ano

o el glande.

 

Y dios, dios mismo aceleró el movimiento.

 

¿Dios es un ser?

Si lo es, es la mierda.

Si no lo es,

no es.

Y no es,

pero como el vacío que avanza con todas sus formas

cuya representación más perfecta

es la marca de un incalculable grupo de ladillas.

 

«Está usted loco, señor Artaud, ¿y la misa?»

 

Reniego del bautismo y de la misa.

No hay acto humano

que, en el plano erótico interno,

sea más pernicioso que el descenso

del sedicente Jesucristo

a los altares.

 

No me creerán

y desde aquí veo al público encogiéndose de hombros

pero el tal cristo no es más que

quien frente a la ladilla dios

ha consentido vivir sin cuerpo,

mientras un ejército de hombres

descendido de una cruz,

en la que dios creía haberlo clavado hace mucho tiempo

se ha rebelado,

y, cubierto de hierro,

de sangre,

de fuego, y de osamentas,

avanza, denostando a lo Invisible

para acabar ahí con el juicio de dios.

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Vicente Molina Foix

 Vicente Molina Foix nació en Elche y estudió Filosofía en Madrid. Residió ocho años en Inglaterra, donde se graduó en Historia del Arte por la Universidad de Londres y fue tres años profesor de literatura española en la de Oxford. Autor dramático, crítico y director de cine (su primera película Sagitario se estrenó en 2001, la segunda, El dios de madera, en el verano de 2010), su labor literaria se ha desarrollado principalmente -desde su inclusión en la histórica antología de Castellet Nueve novísimos poetas españoles- en el campo de la novela. Sus principales publicaciones narrativas son: Museo provincial de los horrores, Busto (Premio Barral 1973), La comunión de los atletas, Los padres viudos (Premio Azorín 1983), La Quincena Soviética (Premio Herralde 1988), La misa de Baroja, La mujer sin cabeza, El vampiro de la calle Méjico (Premio Alfonso García Ramos 2002) y El abrecartas (Premio Salambó y Premio Nacional de Literatura [Narrativa], 2007);. en  2009 publica una colección de relatos, Con tal de no morir (Anagrama), El hombre que vendió su propia cama (Anagrama, 2011) y en 2014, junto a Luis Cremades, El invitado amargo (Anagrama), Enemigos de los real (Galaxia Gutenberg, 2016), El joven sin alma. Novela romántica (Anagrama, 2017), Kubrick en casa (Anagrama, 2019). Su más reciente libro es Las hermanas Gourmet (Anagrama 2021) . La Fundación José Manuel Lara ha publicado en 2013 su obra poética completa, que va desde 1967 a 2012, La musa furtiva.  Cabe también destacar muy especialmente sus espléndidas traducciones de las piezas de Shakespeare Hamlet, El rey Lear y El mercader de Venecia; sus dos volúmenes memorialísticos El novio del cine y El cine de las sábanas húmedas, sus reseñas de películas reunidas en El cine estilográfico y su ensayo-antología Tintoretto y los escritores (Círculo de Lectores/Galaxia Gutenberg). Foto: Asís G. Ayerbe

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