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VIII. La democracia no es canjeable

Por 26 de agosto de 2009 diciembre 23rd, 2020 Sin comentarios

Sergio Ramírez

Nadie a estas alturas, cualquiera que sea su color político, cambiaría esa democracia ni por una dictadura militar de derecha, ni por otra de izquierda inspirada en la majestad omnímoda de un partido. Imperfecta como es, envilecida  desgraciadamente por la corrupción tantas veces sin castigo, y amenazada por el autoritarismo,  la democracia se ha vuelto insustituible.

Las figuras de Daniel Ortega, caudillo sandinista, y la de Arnoldo Alemán, caudillo liberal, oscurecen las perspectivas democráticas de Nicaragua porque conformen sus pactos vedan toda participación política que no sea la de sus propios partidos; y porque esos mismos pactos alimentan los repartos de poder, facilitan la manipulación de los tribunales de justicia, e impiden el desarrollo institucional, vienen a ser también responsables de la corrupción.

La perspectiva desgraciada es que hoy, Ortega pretende reformar la Constitución para reelegirse como presidente de manera indefinida, y para ello contará con el apoyo de Alemán.

La ambición de reelección por parte de Ortega, y el fraude electoral en las elecciones municipales del año pasado, que arrebató Managua y 3º importantes municipios más a la oposición, habla con claridad de cuál puede ser el futuro de la democracia en Nicaragua. Y lo mismo los embates para convertir a la Policía Nacional en un instrumento personal del poder de Ortega, de lo que se ha librado hasta ahora junto con el Ejército, instituciones que han sido de conducta ejemplar.

Por el momento, este Frente Sandinista de líderes envejecidos, aunque dueño de un respetable poder de convocatoria popular, ha dejado de encarnar cualquier idea de revolución. La revolución que llevó a empeñar su vida en acciones audaces a héroes anónimos como Manuel Salvador Gómez, "El Chirizo".

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Sergio Ramírez

Sergio Ramírez (Masatepe, Nicaragua, 1942). Premio Cervantes 2017, forma parte de la generación de escritores latinoamericanos que surgió después del boom. Tras un largo exilio voluntario en Costa Rica y Alemania, abandonó por un tiempo su carrera literaria para incorporarse a la revolución sandinista que derrocó a la dictadura del último Somoza. Ganador del Premio Alfaguara de novela 1998 con Margarita, está linda la mar, galardonada también con el Premio Latinoamericano de novela José María Arguedas, es además autor de las novelas Un baile de máscaras (1995, Premio Laure Bataillon a la mejor novela extranjera traducida en Francia), Castigo divino (1988; Premio Dashiell Hammett), Sombras nada más (2002), Mil y una muertes (2005), La fugitiva (2011), Flores oscuras (2013), Sara (2015) y la trilogía protagonizada por el inspector Dolores Morales, formada por El cielo llora por mí (2008), Ya nadie llora por mí (2017) y Tongolele no sabía bailar (2021). Entre sus obras figuran también los volúmenes de cuentos Catalina y Catalina (2001), El reino animal (2007) y Flores oscuras (2013); el ensayo sobre la creación literaria Mentiras verdaderas (2001), y sus memorias de la revolución, Adiós muchachos (1999). Además de los citados, en 2011 recibió en Chile el Premio Iberoamericano de Letras José Donoso por el conjunto de su obra literaria, y en 2014 el Premio Internacional Carlos Fuentes.

Su web oficial es: http://www.sergioramirez.com

y su página oficial en Facebook: www.facebook.com/escritorsergioramirez

Foto Copyright: Daniel Mordzinski

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