Sergio Ramírez
La ingestión de bebidas alcohólicas es uno de los delitos penados por la Sharia, el código de conducta moral y religioso al que algunos países, constituidos en estados islámicos, entre ellos Irán, dan fuerza de ley; es el clero mismo el que está investido de la autoridad de castigar a los réprobos. Sharia quiere decir "camino del manantial", un manantial en el que, por supuesto, no puede caer una sola gota de alcohol.
Pero la Sharia no sólo castiga a los bebedores, ocasionales o impenitentes, sino también a los mujeres adúlteras, a los ladrones y rateros, y a los asaltantes de camino, cada delito sujeto a penas diferentes: los bebedores son azotados, las adúlteras lapidadas, y a los ladrones se les corta la mano tal como ocurre en los cuentos de las Mil y una noches.
La pena más severa, entre todas éstas, va para las adúlteras, pues son apedreadas hasta morir, y nada dice la Sharia sobre los adúlteros, que bien pueden visitar los lechos ajenos sin preocuparse de las pedradas; el ladrón pierde la mano con que tomó lo ajeno, y el bebedor se lleva sus latigazos en la espalda, con lo que, viéndolo bien, es el que, aunque adolorido, sale mejor parado, pues peor sería que lo pusieran a sudar la cruda bajo el sol inclemente del desierto, hasta morir deshidratado.