
Sergio Ramírez
Siempre escuchamos historias acerca de la aparición de la Virgen María, o de manifestaciones que ofrece a los creyentes acerca de su presencia, como las imágenes suyas que sudan, o las maneras en que, envuelta en un resplandor, deja oír su voz anunciando desgracias y bienaventuranzas, algo frente a lo que las mismas autoridades del Vaticano guardan, por lo general, una conducta escéptica.
Pero estas apariciones llegan no pocas veces, luego de ser fabricadas, a ser materia de negocios redondos. Es lo que ocurrió en España con la Virgen aparecida en Prado Nuevo, jurisdicción de San Lorenzo del Escorial, gracias a los oficios de la vidente Amparo Cuevas. Esta sabia mujer, usando sus poderes de marketing, organizó un negocio de 300 millones de euros alrededor del milagro que empezó a ocurrir en 1980. El asunto está ahora en manos de las autoridades judiciales, que lo tratan como un caso de extorsión y estafa.
Y no solo. Los delitos de la vidente han provocado el surgimiento de una Asociación de Víctimas de las apariciones del Escorial. La vidente y sus secuaces lograban con mañas de persuasión, que los creyentes se despojaran de sus fincas y casas, porque la Virgen María las reclamaba el abandono de los bienes materiales. Estos bienes fueron a parar a manos de diferentes sociedades controladas por la astuta vidente, que abrió, entre otros negocios, asilos de ancianos atendidos por monjas falsas.
Doña Amparo, ya anciana, tiene a buen recaudo sus caudales. A ver qué clase de cielo le toca en la otra vida.