Sergio Ramírez
I. La identidad como mito.
El mito de Juan Domingo Perón y el de su esposa Eva Duarte han atravesado la frontera del siglo veinte y siguen incólumes, vivos en el imaginario colectivo de millones de argentinos, y el estilo populista de poder, sin ideología precisa, de aquella pareja que gobernaba las conciencias desde el balcón de la Casa Rosada, entre la mano dura y las dádivas, ha logrado, sin que importe el paso de los años, una cauda de seguidores e imitadores en América Latina.
Los mitos, que desembocan en novelas se alimentan de la historia, que a su vez surge no pocas veces de los mitos. Los que rodean al general Perón son muchos, el primero de ellos, el cadáver de Evita, multiplicado en varias copias, y que dio como fruto la espléndida novela de Tomás Eloy Martínez, Santa Evita, un entresijo entre historia e imaginación de tal calibre, que hoy es imposible saber si el escritor tomó el caso de los cadáveres fugitivos de la historia, o la historia los ha tomado de la novela de Tomás.
Y está el mito del origen del general Perón, que es el que Luis Valenzuela expone en su novela La máscara sarda (Seix Barral, 2012), ya cuando parecía que acerca de la pareja no quedaba nada por contar. Quedaba. Y Luisa explora este filón con argucia y sobrada inteligencia narrativa, volviendo a lograr que la frontera entre historia real e historia ficticia se borre, y que la novela cobre su imperio sobre la realidad, para crearla, al recrearla.