Sergio Ramírez
He salido de Medellín tras vivir la entrega de los premios de periodismo Gabriel García Márquez padeciendo los estragos que siguen a los excesos de una fiesta incesante, entre ellos la nostalgia que se paga como una penitencia. Homenaje al gran mago de feria que fue Gabo. Fiesta de conversaciones aleccionadoras para exaltar la profesión del periodismo. Fiesta de las verdades contadas con rigor.
El premio a la Excelencia se concedió al colombiano Javier Darío Restrepo, maestro por décadas en ejercer y explicar la ética; y a la mexicana Marcela Turati, cronista de los horrores de la violencia, el crimen organizado y el narcotráfico, y del drama de los migrantes, fundadora del contingente juvenil de los Periodistas de a Pie, que desafían riesgos y amenazas para cumplir con sus oficio.
Escuchando los debates, lo primero que surge a la vista, y lo apunto en mi libreta, es esa contradicción feroz entre la transformación centelleante de los medios tecnológicos, y los temas de la realidad diaria a enfrentar: el reinado de los barones del narcotráfico, periodistas decapitados por las mafias igual que ocurre con los rehenes del califato islámico, migrantes asesinados en masa por los Zetas cuando buscan la frontera dorada de los Estados Unidos, buses incendiados por las Maras con todos sus humildes pasajeros adentro, selvas exterminadas y la ecología sacrificada en el altar de la ambición desmedida de riqueza; y la represión oficial que busca siempre esconder la mano, y excusar las trasgresiones envolviéndose en la retórica.
Sorprendente paradoja. El siglo veintiuno es incomparable en cuanto a atrocidades y desmanes, como en la edad de las cavernas, y al mismo tiempo lo es cuanto a la multiplicación de posibilidades de la comunicación, la edad de las luces cibernéticas. El viejo maestro José Salgar, que lo fue de Gabo cuando sus tiempos de joven aprendiz en la redacción de El Espectador, a sus noventa años veía el fenómeno de las transformaciones de la era digital con entusiasmo, y recordaba cómo del uso de los dedos para escribir en el teclado se había pasado al de los pulgares. Ahora escribimos en los celulares, y nos informamos a través de los celulares, y con ellos fotografiamos y filmamos; mientras no envejezcan de vejez prematura y pasen al olvido.
Se concedieron premios en texto, imagen, cobertura e innovación, tres finalistas y un ganador por categoría; y hay uno que quiero destacar: "Los sucesos del 12F", ganador de cobertura, obra de un equipo que entonces era del diario Ultimas Noticias, encabezado por César Batiz, en el que había reporteros, redactores, infógrafos, videógrafos, fotógrafos, verificadores de datos y diseñadores.
El 12 de febrero de 2014, durante una marcha de protesta en Caracas, a la altura de la plaza de la Candelaria ocurrió una balacera que dejó muertos, entre los que se hallaban un militante oficialista y un dirigente estudiantil. "A través de un trabajo de investigación audiovisual y de una curaduría de fotos y vídeos ofrecidos por vecinos y testigos de los hechos, logramos determinar que los asesinos eran policías y funcionarios de inteligencia de Nicolás Maduro", dice Batiz.
Como consecuencia de este reportaje, del que fueron parte activa los propios vecinos, que cedieron al equipo de periodistas fotos y videos tomados por ellos mismos, el gobierno tuvo que dejar de un lado sus falsas versiones que inculpaban a los opositores, abrió juicio contra los policías secretos, y el jefe de inteligencia fue destituido.
Pero es más. El propio periódico ya había cambiado para entonces de manos, y sus nuevos dueños, alineados con el gobierno, quisieron impedir la publicación del reportaje. Frente al intento de imposición se alzó toda la planta, empezando por los editores y redactores jefes, y la censura fue impedida. Un último acto de rebeldía antes de que Últimas Noticias pasara al dócil acomodo del silencio.
Vivimos nuevos tiempos. Un teléfono celular, que puede tomar fotos y filmar, se convierte en una poderosa arma de la verdad, y puede derribar las mentiras oficiales. Periodistas hoy en día podemos ser todos.