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IV. Los espejos engañosos del poder saltan siempre en añicos

Por 4 de noviembre de 2011 diciembre 23rd, 2020 Sin comentarios

Sergio Ramírez

Igual que Kadafi, los Ceausescu trataron de huir, pero fueron capturados por el mismo ejército que antes les rendía pleitesía, y poco después serían llevados al paredón de fusilamiento. Fue ella la que más tardó en despertar, o no logró nunca despertar del todo, porque aún antes de que sonaran los balazos que iban a quitarles la vida quiso dar órdenes a los militares a cargo de la ejecución. La fidelidad para siempre del ejército, la policía, los partidarios, las masas, es parte del mismo sueño. Está allí, parece real, pero un día se desvanece. Humo, nada.

            Los ejemplos abundan, pero no quiero omitir el del general Anastasio Somoza García, fundador de la dinastía que mandó en Nicaragua por casi medio siglo, en base a la filosofía personal que el dictador resumía de manera muy simple: "plomo para los enemigos, plata para los amigos, y palo para los indiferentes". El 21 de septiembre de 1956, mientras asistía a una fiesta en su honor en la ciudad de León, el mismo día en que había sido proclamado, otra vez, candidato presidencial, el joven poeta Rigoberto López Pérez se acercó a la mesa de honor que presidía al lado de su esposa, Salvadora Debayle, sacó un revólver, y le disparó toda la carga.

            Las palabras de Somoza, al sentirse herido, fruto de su incredulidad y de su asombro, fueron: "¡Imbécil! ¿Qué has hecho?". No era posible que fuera cierto. "¿Qué pasa? ¿qué pasa?". Todo aquello estaba ocurriendo fuera de su sueño de poder eterno. Unos balazos, un individuo anónimo salido de la nada, lo estaban despertando a la fuerza. Aquel revólver era real, pero no podía ser real. A lo largo de la historia, todos los espejos engañosos del poder saltan siempre en añicos.

 

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Sergio Ramírez

Sergio Ramírez (Masatepe, Nicaragua, 1942). Premio Cervantes 2017, forma parte de la generación de escritores latinoamericanos que surgió después del boom. Tras un largo exilio voluntario en Costa Rica y Alemania, abandonó por un tiempo su carrera literaria para incorporarse a la revolución sandinista que derrocó a la dictadura del último Somoza. Ganador del Premio Alfaguara de novela 1998 con Margarita, está linda la mar, galardonada también con el Premio Latinoamericano de novela José María Arguedas, es además autor de las novelas Un baile de máscaras (1995, Premio Laure Bataillon a la mejor novela extranjera traducida en Francia), Castigo divino (1988; Premio Dashiell Hammett), Sombras nada más (2002), Mil y una muertes (2005), La fugitiva (2011), Flores oscuras (2013), Sara (2015) y la trilogía protagonizada por el inspector Dolores Morales, formada por El cielo llora por mí (2008), Ya nadie llora por mí (2017) y Tongolele no sabía bailar (2021). Entre sus obras figuran también los volúmenes de cuentos Catalina y Catalina (2001), El reino animal (2007) y Flores oscuras (2013); el ensayo sobre la creación literaria Mentiras verdaderas (2001), y sus memorias de la revolución, Adiós muchachos (1999). Además de los citados, en 2011 recibió en Chile el Premio Iberoamericano de Letras José Donoso por el conjunto de su obra literaria, y en 2014 el Premio Internacional Carlos Fuentes.

Su web oficial es: http://www.sergioramirez.com

y su página oficial en Facebook: www.facebook.com/escritorsergioramirez

Foto Copyright: Daniel Mordzinski

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