Sergio Ramírez
Pero seguramente no veremos el paso abrupto de una etapa a otra de manera tan drástica como podríamos pensar, la desaparición de todos los periódicos impresos de la noche a la mañana, y el establecimiento del reinado de los periódicos electrónicos; y aunque hay quienes dan hasta la fecha exacta de cuando se publicará el último diario de papel sobre la tierra, y para esto haría falta ya poco según los vaticinios, habrá, seguramente, un largo período de convivencia entre ambos. Y sobre todo en los países más pobres, donde el acceso a Internet es más limitado, los periódicos con los que uno se encuentra cada mañana, y huelen aún a tinta fresca, tendrán una vida más prolongada.
Y la etapa de sustitución de los libros, será, sin duda, aún más prolongada, y se abrirá una convivencia de muchos años con sus versiones electrónicas, salvo por los diccionarios y las enciclopedias que están pasando ya a mejor vida, porque la tarea de consultar palabras y datos se acomoda con mucha más celeridad y eficiencia a las redes de Internet que el papel impreso con informaciones que envejecen sin remedio.
De todas maneras, el asunto vendrá a ser, al fin y al cabo, si leemos o no leemos, sea en el papel o en las pantallas. Y sobre todo, si la literatura creativa, la verdadera, sobrevivirá en las pantallas, o acabará sepultada bajo la avalancha de basura banal que asfixia al mundo.