
Sergio Ramírez
Frente a una voluntad de resistencia pacífica, no hay poder que no termine desmoronándose. Y se trata de una voluntad ética, que no hace concesiones, porque en su integridad moral se halla su valor. Y si Ortega ha cambiado su papel, de guerrillero armado a dictador, Dora María ha cambiado el suyo, de guerrillera armada a luchadora desarmada.
Y en Nicaragua, frente a un régimen totalitario que reproduce un viejo esquema de poder que el país bien conoce, el omnímodo poder personal y familiar que avasalla las instituciones, Dora María no está pidiendo otra cosa que la democracia a través de su resistencia pacifica.
Una democracia que funcione, libre de aherrojamientos y de corrupción, ya sería por sí mismo una verdadera nueva revolución, única manera con la que se podrá buscar la transformación económica y social, que en las condiciones actuales no es más que un asunto retórico. Mucho discurso a favor de los pobres, y los pobres cada vez más pobres: desde enero de este año, la canasta básica ha aumentado más de un 50% de precio, y seguirá aumentado según las previsiones, con lo que el salario de quienes lo tienen y no se hallan en el desempleo abierto, viene a ser devorado de manera voraz.
Pero ahora quiero pasar a hablarles de Carlos Mejía Godoy, otra hebra de este mismo tejido.