Sergio Ramírez
Uno de los autores de esa campaña, denunciado por el propio Castresana, es el empresario Roberto López Villatoro, llamado "el rey del tenis", que se beneficia con la venta de jugosos contratos de venta de equipos y zapatos deportivos al estado, acusado de intervenir en la manipulación de la elección de los magistrados de la Corte Suprema de Justicia, para someterla a su control personal: cuatro recientes nombramientos de magistrados, fueron anulados a causa de estas denuncias por el Congreso Nacional.
Otros dos responsables de esa misma campaña eran nada menos que los cómplices de Rosenberg en la orquestación de su propio asesinato, responsables de haber contratado a los sicarios que lo ametrallaron, los hermanos empresarios Francisco José y José Estuardo Valdez Paiz, hasta hace poco prófugos de la justicia, y que terminaron por entregarse.
Llegó el momento en que Castresana, a quienes algunos medios llamaban el nuevo Elliot Ness, en recuerdo de la historia de los intocables, tuvo que renunciar. Pero su renuncia vino a representar otro nuevo terremoto político, porque además de denunciar los conspiraciones en su contra, y señalar la falta de voluntad del gobierno para acabar con la impunidad, demostró con pruebas en la mano que el recién electo Fiscal General, Conrado Reyes, escogido de una lista de seis candidatos por el presidente Colom, tiene vínculos con el crimen organizado, y con los hermanos Valdez Paiz, que habían celebrado desde su escondite la victoria de su designación, pues significaba el levantamiento de los cargos contra ellos.
Castresana, en ese mismo mensaje de despedida, pidió al presidente Colom que destituyera a Reyes del cargo de Fiscal General, pero fue la Corte Constitucional la que salió al pasó, anuló el nombramiento, y ordenó repetir desde cero todo el proceso, con lo que ahora deberán surgir nuevas candidaturas. Otra vez, el prestigio de la Comisión Internacional contra la Impunidad, y el prestigio de Castresana, se impusieron para corregir el rumbo, y la decisión de la Corte Constitucional abre un rayo de esperanza en la oscuridad del panorama.
Una muestra de que no todo está perdido, y de que a lo mejor un día el país podrá caminar sin muletas.