Sergio Ramírez
Como la fama da también poder político independiente, Jenny Sanford tiene ya su propia candidata a gobernadora de Carolina del Norte, Nikki Haley, para suceder en el cargo al marido, golpeado en su imagen por la crisis de infidelidad, y bajo acusación por diversos cargos de corrupción; y nada descarta que ella misma se lance en persecución de algún puesto público en el futuro.
Y he aquí otro ejemplo, quizás mejor. En el otro extremo del espectro de asuntos explotables para el mercado, está el caso de una pareja de arribistas consumados, Tareq y Michaele Salahi, de Virginia, condueños y herederos de una vinatería quebrada, perseguidos ferozmente por sus acreedores a través de acciones judiciales y metidos en deudas morosas hasta con el peluquero de Michaele. Su fama viene de que ambos se las arreglaron para colarse entre los cuatrocientos invitados oficiales a la fiesta de gala que el presidente Obama y su esposa Michelle ofrecían en la Casa Blanca en honor del Primer Ministro de la India, Manmohan Singh.
Tareq se vistió de etiqueta y Michaele, para hacer mérito a la ocasión, con un sarí típico de la India, y no tuvieron dificultades en traspasar las barreras de seguridad impuestas por el Servicio Secreto para controlar la entrada de los asistentes a los actos en la Casa Blanca, controles que suelen ser generalmente severos.