Sergio Ramírez
Carlos David Pineda Rodríguez, de 24 años, al que mataron de un disparo en la cara, iba a graduarse pronto como sociólogo, y Rafael Alejandro Vargas Castellanos, el hijo de la rectora de la Universidad Nacional, Julieta Castellanos, tenía 22 años de edad y estudiaba la carrera de Derecho. Meses después, cuando nos encontramos en la rectoría, ella intenta relatarme esta historia pero las lágrimas no la dejan continuar. Luego se repone, y hablamos de otros temas, entre ellos el de gobernar una universidad que por tradición ha sido centro de conflictos en la vida del país y que ella pretende reformar contra viento y marea, librarla de la corrupción, modernizarla y abrirla a las necesidades de la sociedad.
El crimen de su hijo no la amilana, ni la aparta tampoco de los compromisos con la paz y la institucionalidad que ya tenía desde antes, porque fue miembro de la Comisión de la Verdad y Reconciliación Nacional, que entregó un informe sobre los hechos relacionados con el golpe de estado contra el presidente Manuel Zelaya ocurrido en junio de 2009, y fue también fundadora del Observatorio de la Violencia que conduce la propia universidad. Que esa mano brutal que toca a tantas puertas fuera a tocar a la suya, es algo que nunca imaginó.