
Sergio Ramírez
Metieron al hijo de Juan Gelman en un bloque de cemento y lo tiraron al río los sicarios que andan siempre sueltos, el río de los muertos, el mar de los muertos lanzados desde los aviones militares, tierra inmensa y oscura de los desaparecidos, y su nuera secuestrada con un hijo en el vientre, la sacaron clandestina al Uruguay, la hicieron parir y también la asesinaron y quién da cuenta de su tumba, Juan Gelman y la nieta desaparecida y luego reencontrada gracias a esa tenacidad suya que nunca doblegó el viento cruel del infortunio, ese mismo que le ha acuchillado la cara.
Apenas un poco inclinado, y ligeramente sonriente, un esbozo de ironía en la foto, y toda la dignidad del poeta vestido de chaqué el día de recibir el premio a su concubinato de por vida tan pasional y tan feroz y tan carnal con la poesía, amor de desvelos nocturnos, pasión de los ojos ardidos despiertos, tantos oficios y fue a dar con éste que él dice que no es suyo pero ante al cual hoy en esta foto se inclina, un oficio para dejar constancia de los dolores ajenos, ya no se diga de los propios, las palabras que no se trabajan sino con la sangre que hay que sacarse de las venas, como en los tangos y en los boleros, y lo que yo siento al contemplar desde Managua esta foto suya impresa en este periódico del año pasado, es un ligero temblor en el alma y en el cuerpo, y entonces yo también me inclino reverente ante la figura que se inclina en la foto, él ante la poesía y yo ante el poeta.