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II. Regentas y generalas

Por 23 de abril de 2010 diciembre 23rd, 2020 Sin comentarios

Sergio Ramírez

El alegato reglamentario es que sólo se puede decir presidente porque se trata del uso de un participio activo, y el que preside es presidente, independientemente del género, así como el que asiste, o la que asiste, es asistente, y quien rige es regente, aunque se trata de una mujer, por lo que también sería inválida la palabra regenta.

            Aquí entramos en una de esas visibles contradicciones entre lo que manda la regla, y lo que exige la vida. En el siglo diecinueve, cuando ni en sueños una mujer podía aspirar a ser presidenta de un país, o generala de un ejército, o regenta de una provincia, la denominación femenina del título o cargo se le daba a la esposa de quien lo ejercía: la presidenta era la esposa del presidente, la generala la esposa del general, y la regenta la esposa del regente.

            Sino, recordemos la estupenda novela de Leopoldo Alas, (Clarín), La regenta, que tengo en la lista de mis preferidas de todos los tiempos, y que cuenta la muy dramática historia de adulterio de doña Ana Ozores, esposa del Regente de la Audiencia de la ciudad de Vetusta, don Víctor Quintanar. Ya desde entonces estaba escrito en la gramática que el participio activo del verbo ser es ente,  y por ningún lado se deja resquicio para que exista la palabra regenta como asunto de la condición provocada por el vínculo matrimonial. A doña Ana, de acuerdo con el canon, debieron llamarla la regente; pero la trasgresión no es de Clarín, como autor de la novela, sino del uso general de las gentes que son las que hablan el idioma, y lo cambian de acuerdo a las necesidades de los usos sociales. Las academias no hacen luego sino certificar estos cambios, contra los que ya nada se puede.

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Sergio Ramírez

Sergio Ramírez (Masatepe, Nicaragua, 1942). Premio Cervantes 2017, forma parte de la generación de escritores latinoamericanos que surgió después del boom. Tras un largo exilio voluntario en Costa Rica y Alemania, abandonó por un tiempo su carrera literaria para incorporarse a la revolución sandinista que derrocó a la dictadura del último Somoza. Ganador del Premio Alfaguara de novela 1998 con Margarita, está linda la mar, galardonada también con el Premio Latinoamericano de novela José María Arguedas, es además autor de las novelas Un baile de máscaras (1995, Premio Laure Bataillon a la mejor novela extranjera traducida en Francia), Castigo divino (1988; Premio Dashiell Hammett), Sombras nada más (2002), Mil y una muertes (2005), La fugitiva (2011), Flores oscuras (2013), Sara (2015) y la trilogía protagonizada por el inspector Dolores Morales, formada por El cielo llora por mí (2008), Ya nadie llora por mí (2017) y Tongolele no sabía bailar (2021). Entre sus obras figuran también los volúmenes de cuentos Catalina y Catalina (2001), El reino animal (2007) y Flores oscuras (2013); el ensayo sobre la creación literaria Mentiras verdaderas (2001), y sus memorias de la revolución, Adiós muchachos (1999). Además de los citados, en 2011 recibió en Chile el Premio Iberoamericano de Letras José Donoso por el conjunto de su obra literaria, y en 2014 el Premio Internacional Carlos Fuentes.

Su web oficial es: http://www.sergioramirez.com

y su página oficial en Facebook: www.facebook.com/escritorsergioramirez

Foto Copyright: Daniel Mordzinski

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