Sergio Ramírez
Los hechos que dieron paso a Crónica de una muerte anunciada ocurrieron en Sucre, región de La Mojana, el 20 de enero de 1951. Si el nombre verdadero del novio despechado era Miguel Reyes Palencia, según su propia confesión voluntaria el de la novia que entregó a otro su virginidad antes del casamiento era Margarita Chica, y el del burlador que pagó con su vida la burla, Cayetano. Como puede verse, los personajes de la vida real van ya en desventaja frente a los de la novela, porque tienen nombres que suenan menos atractivos.
Casado por segunda vez, Reyes Palencia ha declarado al diario El Tiempo de Bogotá, que “tenía que contarle a sus hijos lo que realmente había pasado en ese suceso de mi matrimonio”, pues, según alega, el novelista usó unos datos ciertos, e inventó otros.
Qué lisa y gris viene a ser la realidad. No hay duda que como personaje, Reyes Palencia gana en la novela. Es más atractivo Bayardo San Román. Vean de qué manera prosaica da testimonio del momento dramático en que la novia se niega la última vez a entregársele en el lecho nupcial: “O lo hacemos esta noche o esta vaina se rompe aquí”.
Mejor la novela que la realidad, ¿no es cierto?
Más valdría al personaje haber guardado silencio, como lo había hecho hasta ahora, y quedarse en el mito que, pese a su aparición inoportuna, ya no dejará de ser.