Sergio Ramírez
El martes ya nadie la volvió a ver. Su tía Luz Larraín, que tenía llave del departamento, entró como a las ocho de la noche, vio que la puerta de su dormitorio estaba cerrada, y se sentó en la sala a esperar; pero después de una hora el silencio seguía tras la puerta y bajó a buscar al conserje mientras todo Santiago se hallaba pendiente del partido de fútbol entre Chile y Paraguay, en la ronda de eliminatorias para el Mundial de Brasil de 2014, a ver qué iba a pasar porque el partido anterior contra Uruguay resultó en un desastre, una goleada de cuatro a cero con cinco de los seleccionados suspendidos por presentarse al entrenamiento con aliento alcohólico.
Ese tema había estado de por medio en la conversación en casa de Antonio Skármeta, que como buen hincha patriótico resentía la derrota y acusaba al entrenador Claudio Borghi de intransigente, una regañada bastaba, pero una suspensión era excesiva y ya se había visto, catastrófica, mientras Norita su mujer, como buena alemana, lo contradecía, sin disciplina no se va a ninguna parte. Pero a esas alturas, cuando la tía de Pilar, preocupada, está hablando con el conserje de buscar un cerrajero, Chile va ganando a Paraguay por un gol a cero, es el intermedio del partido y el conserje puede despegarse del televisor sin refunfuñar mucho. ¿Habrá un cerrajero en toda la ciudad que no esté sentado también frente al televisor?