Sergio Ramírez
Cuenta la primera dama, divorciada de Collor de Melo en 2005, que el presidente tenía por sacerdotisa a una bruja santera llamada María Cecilia, quien solía acudir el último viernes de cada mes a los aposentos privados del Palacio de la Alborada en Brasilia, donde él la aguardaba junto a un altar ya dispuesto, vestido de blanco, para practicar los rituales de invocación a Exú, deidad suprema de la religión quimbanda de origen africano, equivalente al diablo mismo, no sabemos si también con rabo y cachos, y olor a azufre.
Si el que ruega a Exú consigue sus favores, le será concedido el poder de hacer mal a sus enemigos, y aún causarles la muerte. Es de esta manera, afirma la despechada primera dama, que Collor logró con el tiempo deshacerse de su hermano Pedro, quien murió atacado por un cáncer en la cabeza en 1994.
Y también se deshizp, en forma parecida, de su propio tesorero Farías, pues ya no tenía confianza en su lealtad; Farías fue hallado muerto en 1996 con un disparo en la cabeza. A su lado, muerta también, yacía su joven amante Susana Marcolino, quien le habría disparado antes de usar el arma contra sí misma, temiendo un inminente abandono. Una historia pasional inducida por las fuerzas ocultas dispuestas a favor de Collor de Melo.