
Sergio Ramírez
Entre los diversos comentarios acerca de la huelga de hambre de Dora María Téllez, que llegó a su fin tras prolongarse por 12 días, estoy de acuerdo en que las noticias acerca de lo que sucede en Nicaragua son escasas en los medios mundiales de comunicación, que sólo se acercan al país en casos de catástrofes, para olvidarse bien pronto de los miles de damnificados que deja a su paso un huracán, y que ya estaban allí desde antes, lo mismo de pobres y marginados. Unos damnificados que son las victimas permanentes de la catástrofe política sin fin, de la que se da poca cuenta.
Puede ser que la acción de Dora María no sea suficiente para traer de regreso a Managua las cámaras de televisión de las cadenas internacionales, pero no tengo duda de que ella ha iniciado una nueva forma de lucha contra los abusos de poder, que tendrá cada vez más repercusiones en el futuro, y que será capaz de cambiar las cosas.
Ya está empezando a llamar la atención, como lo demuestra el pronunciamiento en respaldo a Dora María, firmado, entre otros, por Noam Chomski, Salman Rushdie, Mario Benedetti, Eduardo Galeano, Ariel Dorfman, Juan Gelmán y Bryan Wilson, este último un ex combatiente de Viet Nam, con las insospechables credenciales de haber perdido ambas piernas al pasarle encima un tren de municiones destinadas a aprovisionar a los contras, cuya vía bloqueaba en protesta contra la política de la administración Reagan.