Sergio Ramírez
Reynosa, Tamaulipas. Cerca de las tres de la madrugada del domingo 26 de noviembre del año 2006, la estrella de la música norteña Valentín Elizalde, que tenía por nombre de guerra “El gallo de oro”, fue asesinado de 25 balazos al salir del recinto de ferias donde acababa de cantar su repertorio. Había cerrado con el corrido “A mis enemigos”, y eso decidió su muerte. Mejor dicho, se había atrevido a cantar ese corrido:
Para hablar a mis espaldas
para eso se pintan solos,
¿por qué no me hablan de frente?
¿Acaso temen al mono?
Ya saben con quién se meten,
vengan a rifar la suerte…
Le hicieron caso. Desde meses atrás, en un sitio de Internet montado por el cartel de Sinaloa, del “Chapo” Guzmán, el corrido servía de banda sonora a imágenes que denigraban al cartel del Golfo, de Osiel Cárdenas, extraditado luego a Estados Unidos. Entre los dos carteles se libra una guerra en la que disputan territorios, rutas de ingreso de la cocaína, redes de distribución, puertos y pistas de aterrizaje, control de procuradores, jueces y policías, y en la que entran la música de grupera y las estrellas que la cantan.
Una larga historia que es como un corrido. O mejor, un narcocorrido.