Sergio Ramírez
Los espacios de la fama permanecen siempre abiertos en Estados Unidos, y es asunto de aprovechar las oportunidades doradas de saltar a las pantallas de televisión, los sitios de Internet, y aún el mercado de objetos comerciales para hacer pagar a los demás el precio de la propia celebridad. Los motivos del ascenso pueden ser inesperados o variados, y resultarán rentables en la medida en que se tenga la habilidad de buscarles provecho, igual si se es víctima de una traición marital, y aquí se trata de sacarle partido a la infidelidad del otro; o se tiene la astucia de colarse en una fiesta de gala en la Casa Blanca, y aquí se trata de sacarle partido a la audacia, y al descaro.
El primero es el caso de Jenny Sanford, esposa del gobernador republicano de Carolina del Sur, Mark Sanford, aspirante a candidato presidencial y epítome del político conservador en un estado en donde, por años, el reinado de los asuntos públicos ha pertenecido a los hombres blancos protestantes, los WASPs (white anglo-saxon protestant).
Jenny fue el motor de las campañas de su marido, su manager tras bastidores, su primer ministro virtual, y el glamoroso poder detrás del trono. Hasta que estalló la tormenta marital que puso a la pareja en las portadas de las revistas y los diarios y en las pantallas de televisión y de Internet.