Sergio Ramírez
Cuando un personaje que toma aliento en una novela quiere entrar en ella desde el mundo real, estamos frente a un fracaso anunciado. La vida, no pocas veces, viene a ser sólo un pálido reflejo de la nueva realidad que gana en la novela, una vez que ha pasado por el tamiz mágico de los ardides de la narración, y de la maestría del lenguaje usado para consumarla.
Recordamos bien a Bayardo San Román, el novio despechado que la noche de bodas descubre que Ángela Vicario no es virgen, y desata así una tragedia que culmina en la persecución y muerte del burlador Santiago Nassar, asesinado a cuchillo por los hermanos de ella. Es el argumento de Crónica de una muerte anunciada, que Gabriel García Márquez sacó de entre las historias que se contaban a media voz en la familia, y que su madre, Luisa Santiaga, le pidió que no escribiera mientras los protagonistas verdaderos estuvieran vivos.
Pero no todos han muerto a estas alturas. El verdadero nombre de Bayardo San Román es Miguel Reyes Palencia, quien tiene 83 años de edad y vive en Nueva York. Ahora ha escrito un libro sobre los hechos que se llama La verdad cincuenta años más tarde, en el que pretende contar el asunto como realmente fue. Digo que pretende, porque su propia historia no vendrá a ser sino una versión más, y no la mejor de todas, aunque sea él mismo quien la haya vivido, y escrito.
Cosas del poder de la ficción.