Sergio Ramírez
Noto algo de susto, o al menos de sorpresa, entre algunos de los amigos y de las amigas que me escriben al buzón, ante el hecho de que Lot haya ofrecido a sus propias hijas a la turba de sodomitas, decidido como estaba a salvar la virginidad de los dos ángeles, heraldos que Jehová había enviado para borrar Sodoma de la faz de la tierra; emisarios que al mismo tiempo debían cumplir con la comisión de advertirle, a él y a su familia, que huyeran cuanto antes de aquel sitio ya condenado por la justicia divina.
Los sodomitas (habitantes de Sodoma), gustaban de yacer con varones, por gusto o a la fuerza, según se ve, y de allí que el gentilicio sodomita lo heredaron a todos los que más tarde serían señalados de participar del vicio, o del placer, de la sodomía. Por afinidad fonética, Gomorra, que era el nombre de la ciudad hermana en vicios a Sodoma, y que también fue destruida sin misericordia, parecería tener que ver con gonorrea, pero no es así; tendría que ser gomorrea, y no lo es.
De allí que siendo Lot un varón justo, y conociendo de qué levadura estaban hechos sus conciudadanos, prefirió ofrecer a sus propias hijas a los perversos, única manera que vio de preservar a los dos santos emisarios. Veremos cómo y por qué.