Sergio Ramírez
Al sheriff Joe Arpaio le falta poco para llegar a los ochenta años, una edad a la que muy pocos piensan en seguir dando batallas, de cualquier clase que éstas sean. Es un anciano, pero un anciano pendenciero, y le gusta que le llamen "el sheriff más duro de los Estados Unidos", como sobreviviente de las viejas películas del lejano oeste. Su jurisdicción abarca el condado de Maricopa, nombre que parece una broma, o el de un pueblo fantasma de ese mismo antiguo oeste, pero que cubre nada menos que el área metropolitana de la ciudad de Phoenix, la más poblada del estado de Arizona y punto de destino de miles de inmigrantes latinos que atraviesan escondidos la frontera desde México, a través del desierto de Sonora, en busca del tan engañoso sueño americano.
La familia de Joe Arpaio llegó a los Estados Unidos desde Nápoles, y por tanto el anciano sheriff, quien gusta adornar el cuello de su camisa con estrellas de general, desciende de inmigrantes italianos, de los miles que desde el siglo diecinueve acudieron hacia Estados Unidos ansiosos de acogerse a la famosa frase inscrita en el pedestal de la estatua de la libertad: ¡dame tus tristes, tus pobres, tus multitudes perseguidas que ansían respirar aires de libertad!…¡Envíame a ésos, a los que no tienen hogar, a los arrastrados por la tormenta! Yo levanto la luz junto a la puerta de oro…