Skip to main content
Blogs de autor

Orfeo y Eurídice en el Colón: El triunfo de lo mudo, lo invisible y lo libre

Por 27 de diciembre de 2019 diciembre 23rd, 2020 Sin comentarios

Roberto Herrscher

Lo mejor de la nueva puesta en escena de genial ópera de Gluck Orfeo y Eurídice en el Teatro Colón de Buenos Aires es lo que no se ve. Lo segundo mejor es lo que no se escucha.

Primero triunfó lo invisible: desde el foso orquestal, donde se apiñaban tanto la orquesta estable como su coro, pude escuchar el mejor sonido barroco, preciso, seco y vibrante, que recuerde en el Colón este siglo. Los violines sonaban en ocasiones algo ácidos y picosos, pero el ritmo punzante de las cuerdas, la finura de las maderas y la belleza aterciopelada de las voces del coro fueron una agradable sorpresa que subía desde el abismo. Gran parte del mérito es del joven maestro español Manuel Coves, un director habitual de ballet, de quien se notó una mano especial para los números de danza.

Después, brilló el arte mudo: el director de escena Carlos Trunsky es antes que nada un bailarín (durante 25 años miembro del cuerpo de baile del Colón) y galardonado coreógrafo. Su propuesta de Orfeo es un ballet con voces. Once bailarines atléticos total o parcialmente desnudos y una sola musa danzante, (la impactante Teresa Marcaida en el papel de Perséfone) fueron los encargados de contar con movimientos delicados o bruscos la historia dramática que los cuerpos de los cantantes, atrapados en su inmovilidad, le escatimaban al público. Los constantes números danzantes, los coros pungentes y las arias lamentosas eran pasto para las energéticas danzas colectivas creadas por el coreógrafo.

En los mejores momentos, los hombres en cueros parecían un banco de peces tropicales en excitado frenesí. En las manos de Trunsky, los tres únicos personajes, el contratenor Orfeo (Daniel Taylor), la soprano lírica Eurídice (Marisú Pavón) y la soprano ligera Amore (Ellen McAteer) permanecían tan estáticos como en una de las puestas en escena de Robert Wilson. Orfeo, especialmente, era como un testigo doliente de su propia tragedia.

Al contemplar a Taylor, vestido de burócrata de los ochenta y adornado con una perenne cara de limón agrio, era difícil imaginar que estuviera tan enamorado de su Eurídice como para seguirla hasta el Averno, y mucho menos adivinar qué había visto ella en este muermo. Su voz tiene una alta calidad y precisión, pero hasta bien entrado el segundo acto, con la famosa aria Che farò senza Euridice, no causó impresión alguna con su emisión limitada y pequeño volumen, poco apto para una sala inmensa como el Colón. En la más bella melodía de la obra aportó algo, sólo algo, de fuerza y emoción.

A su lado, Marisú Pavón puso algo más de carne en el asador, con una voz carnosa y dulce que llenó el teatro, pero la dirección de escena le jugó en contra: cada vez que cantaba, los once efebos semidesnudos la rodeaban como tratando de quitarla de la vista de su amado. Ellen McAteer, como Amore (un Cupido femenino que une a los amantes) prestó su pícara soltura y su punzante tono ligero para que el amor venza.

Pero al final el amor no venció, y esta fue la decisión más atrevida del regisseur en esta típica historia de una relación que vence todas las adversidades: en el último minuto, salvada de la muerte pero más sabia, más independiente y cansada de su novio pusilánime, Eurídice deja a su Ofreo y escala la montaña de corcho en busca de la libertad, junto con los bellos bailarines, en los que el director había concentrado el afán amoroso de la obra. Una Eurídice divorciada y libre, acorde con los tiempos que vuelan.

Una versión en inglés de la crítica de esta obra, presentada en noviembre en el Teatro Colón, sale en el número de este mes de la revista Opera News.

profile avatar

Roberto Herrscher

Roberto Herrscher es periodista, escritor, profesor de periodismo. Académico de planta de la Universidad Alberto Hurtado de Chile donde dirige el Diplomado de Escritura Narrativa de No Ficción. Es el director de la colección Periodismo Activo de la Editorial Universidad de Barcelona, en la que se publica Viajar sola, director del Premio Periodismo de Excelencia y editor de El Mejor Periodismo Chileno en la Universidad Alberto Hurtado y maestro de la Fundación Gabo. Herrscher es licenciado en Sociología por la Universidad de Buenos Aires y Máster en Periodismo por Columbia University, Nueva York. Es autor de Los viajes del Penélope (Tusquets, 2007), publicado en inglés por Ed. Südpol en 2010 con el nombre de The Voyages of the Penelope; Periodismo narrativo, publicado en Argentina, España, Chile, Colombia y Costa Rica; y de El arte de escuchar (Editorial de la Universidad de Barcelona, 2015). En septiembre de 2021 publicó Crónicas bananeras (Tusquets) y su primer libro colectivo, Contar desde las cosas (Ed. Carena, España). Sus reportajes, crónicas, perfiles y ensayos han sido publicados The New York Times, The Harvard Review of Latin America, La Vanguardia, Clarín, El Periódico de Catalunya, Ajo Blanco, El Ciervo, Lateral, Gatopardo, Travesías, Etiqueta Negra, Página 12, Perfil, y Puentes, entre otros medios.

 

Obras asociadas
Close Menu