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Clases a distancia: el bendito virus de hablar, escuchar y aprender

Por 1 de mayo de 2020 diciembre 23rd, 2020 Sin comentarios

Roberto Herrscher

Estoy, como tantos, encerrado en un departamento. Hace meses que no me encuentro con mis alumnos, que no piso un aula, que no viajo a dar charlas o talleres en universidades, festivales o ferias del libro.

Pero he encontrado la alegría de dar clases y compartir aulas virtuales en esta pandemia.

La semana pasada comencé a dar un Taller de Periodismo Narrativo en la Universidad Portátil, un invento lúdico pero muy serio del cronista e inventor de géneros Juan Pablo Meneses. Tengo alumnos de ocho países, y tenemos que hacerlo a las tres de la tarde porque están a nueve horas de diferencia unos de otros, desde Estados Unidos hasta España.

Muchos de los entusiastas y talentosos cronistas son de ciudades medianas o pequeñas, donde estos talleres no se suelen hacer de manera presencial. Y aquí estamos, los de San Luis en Argentina, o Querétaro en México, con otros de Lima, Brasilia, Madrid o Santiago de Chile. Nos juntamos los viernes y para mí es un pequeño y alborotado milagro el sentarnos cada uno en nuestra casa a charlar de literatura y periodismo y de formas de contar lo que nos pasa.

Pero también me han convocado e invitado a clases virtuales en universidades y talleres en Medellín, en Bariloche, en Bahía Blanca, en Rosario. Y el otro día nos conocimos vía digital con tres secciones de mi curso de Introducción al Periodismo en la Universidad Alberto Hurtado de Chile, donde trabajo. Nos íbamos a conocer el día del inicio de clases, el 16 de marzo, pero la noche anterior se suspendieron todas las clases. Y nunca los llegué a ver en persona.

Con algunos de estos grupos me junto por Zoom. Con otros, por Jitsi, o por Microsoft Teams, Anteayer por Whereby, un elegante sistema gratuito del que no tenía ni idea hasta que el inspirador cronista de Bariloche Santiago Rey me invitó a su Taller de Periodismo Patagónico.

En estas sesiones hay lejanía, hay problemas de conexión y de concentración, hay verse pero no poder encontrarse, todo eso es cierto.

Pero hay también un hambre enorme de escuchar y ser escuchados, un gusto de sentirse cerca y romper las cuatro paredes del confinamiento y la rutina que hacen que afloren en todas estas clases y encuentros la risa, el jolgorio, la irrupción de algún pequeño desajuste o la divertida aparición de un perrito o una niña en el costado de alguna de las pantallas.

Es curioso comprobar cómo se viste la gente para aparecer en estos ciber-encuentros: algunos se acicalan como para ir a clase o a una charla pública, otros están algo o muy de entrecasa; incluso hay algunos que se niegan a prender la cámara o al verse reflejados en una de las ventanitas de caras, se arreglan apresuradamente el pelo o el cuello de la camisa.

Y está el descubrimiento de los elementos que se pueden ver en las mesas, en las paredes, alrededor y detrás de los profesores, alumnos y talleristas. Libreros, paredes en distintos niveles de descascaramiento, cuadros y pósters, placares y armarios y muebles de cocina, de dormitorio, de comedor, la combinatoria de nuestras estéticas domésticas en un multiforme y colorido patchwork juguetón.

Es ese fondo que todos estamos adivinando en las intimidades de los periodistas que se conectan y nos informan desde sus casas (a mí me gusta particularmente la fila de cajas de CDs de ópera en el escritorio de Iñaki Gabilondo en su videoblog de la Cadena Ser española). Y también esos fondos, entre simplones y estrafalarios, de los músicos que actúan en las galas de la cuarentena.

Me llamó mucho la atención, por ejemplo, la comparación entre los tremendos estudios de grabación en las mansiones de muchos artistas pop en el concierto organizado por Lady Gaga hace unos días, con los pianos verticales y los bustos de compositores en medio de las salas de clase media de los cantantes de ópera en la gala del Metropolitan de Nueva York.

Parecía como si los rincones y la ropa elegida por unos y otros fueran los dos extremos de cómo quieren presentarse los artistas: unos como lejanos, intocables, de otra especie, y otros como representantes y parecidos a su público fiel.

Estas ventanas a la intimidad de los demás, ya sea en conciertos o conexiones periodísticas o en clases y seminarios, nos ayudan enormemente a salir del encierro por la ventanita del computador y a ejercer el arte que, en mucho o poco, a todos nos fascina: pispear en la vida de los demás.

Pero lo que he visto y sentido en estas clases y talleres a distancia es el gusto enorme de sentirnos conectados, unidos, en lo mismo.

No recuerdo ninguna otra instancia, no he leído de otro momento histórico, en que tantos estuvieran pasando por lo mismo en todo el mundo. En las guerras mundiales había oasis sin guerra, en América Latina o en el centro de Europa, en la neutral Suiza.

Hoy esto nos toca a todos, y la tecnología nos permite sentir en carne propia el latido de un mundo en cuarentena.    

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Roberto Herrscher

Roberto Herrscher es periodista, escritor, profesor de periodismo. Académico de planta de la Universidad Alberto Hurtado de Chile donde dirige el Diplomado de Escritura Narrativa de No Ficción. Es el director de la colección Periodismo Activo de la Editorial Universidad de Barcelona, en la que se publica Viajar sola, director del Premio Periodismo de Excelencia y editor de El Mejor Periodismo Chileno en la Universidad Alberto Hurtado y maestro de la Fundación Gabo. Herrscher es licenciado en Sociología por la Universidad de Buenos Aires y Máster en Periodismo por Columbia University, Nueva York. Es autor de Los viajes del Penélope (Tusquets, 2007), publicado en inglés por Ed. Südpol en 2010 con el nombre de The Voyages of the Penelope; Periodismo narrativo, publicado en Argentina, España, Chile, Colombia y Costa Rica; y de El arte de escuchar (Editorial de la Universidad de Barcelona, 2015). En septiembre de 2021 publicó Crónicas bananeras (Tusquets) y su primer libro colectivo, Contar desde las cosas (Ed. Carena, España). Sus reportajes, crónicas, perfiles y ensayos han sido publicados The New York Times, The Harvard Review of Latin America, La Vanguardia, Clarín, El Periódico de Catalunya, Ajo Blanco, El Ciervo, Lateral, Gatopardo, Travesías, Etiqueta Negra, Página 12, Perfil, y Puentes, entre otros medios.

 

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