Rafael Argullol
Rafael Argullol: Bienvenido de regreso a Barcelona, Delfín.
Delfín Agudelo: Muchas gracias, Rafael.
R.A.: Has tenido la fortuna de estar en Bogotá, y no habrás seguido las informaciones o el mundo de las noticias que ha habido este agosto en España y Europa, y por tanto quizás has logrado evitarte más agudamente el instinto carnavalesco que adquiere el mundo de la información en verano.
D.A.: Por lo visto nuestra pasada conversación no diferirá mucho de ésta que estamos a punto de tener: cuéntame del instinto carnavalesco de la información veraniega.
R.A.: Una de las características más grotescas, más carnavalescas de nuestra época, es el propio mundo de la información. Fíjate que en toda Europa, e imagino que en Latinoamérica, cada vez se ha ido confundiendo más información y espectáculo. Recuerdo en mi infancia y en mis primeros contactos con lo que eran los noticieros y telediarios en la televisión, en que las noticias eran expresadas de una manera muy austera. Había una clara separación de lo que era el noticiero y el resto de la programación, sobre todo de la publicidad. En nuestro mundo sucede que siempre se ha tendido a la confusión. No solamente las noticias se plantean a través de un gran marco espectacular, sino que todas las televisiones recurren a la inclusión de la publicidad en medio de las noticias, de modo que a veces uno puede encontrarse con obscenidades como noticias por muertes y asesinatos, masacres a las que tan acostumbrados estamos, que sin transición se conectan con noticias dedicadas a los detergentes, o a las cremas de adelgazamiento. Se pasa de un tema al otro sin ninguna transición y el espectador queda teniendo en la retina, juntos, los temas dramáticos con temas completamente superficiales. También tenemos esta especie de monstruosidad del decorado y de la ornamentación, como por ejemplo maravilloso las convenciones electorales americanas. La propia del demócrata Barack Obama, que montó una especie de templo griego dentro de un estadio de fútbol americano, con sus columnas, frisos, etc., y allí se hizo la presentación y convención en gran público. Es decir, tenemos la mezcla de todos los elementos de la información y del espectáculo, y eso se agudiza todavía más en verano porque muchas veces no solo la televisión sino que los diarios tienen que llenar las páginas como sea, publicando así noticias supuestamente espectaculares.