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Publicidad y secta universal

Por 17 de julio de 2008 Sin comentarios

Rafael Argullol

Rafael Argullol: Uno de los precios de la idolatría es la amnesia, le pérdida de la memoria, y por esto el idólatra carece de ésta al adorar constantemente nuevos ídolos.

Delfín Agudelo: ¿Pensarías que esta pérdida de la memoria y constante variación del ídolo implicaría que ya no tengamos ningún tipo de mitología? Hablabas del hiperracionalismo: ante tanta variedad y cambio, ante una satisfacción que nos obligamos a tener, ¿dónde queda parte de ese mundo que te guía más hacia un bienestar propio o realización?

R.A.: Fíjate que una de las dificultades en las que nos encontramos en este mundo es la complejidad y lo arduo que es la construcción de mitos propios. Pienso que la existencia, a medida en que pasan los años, está formada tanto por nuestros actos empíricos cuanto por aquellos mitos que nosotros vamos creando alrededor de estos actos. La libertad es construirse a uno mismo, y uno se construye a través de sus acciones, elecciones, y también su capacidad para crear un mito personal -un universo imaginativo y mítico personal-, cosa que hacemos desde la infancia. En la medida en que existe una gran presión ambiental- en cierto modo uniformadora, idólatra-idolátrica-la cual tiende a ofrecerte mitos exteriores que de alguna manera son para ti, para mí y para  mil personas más las mismas. En esa misma medida más dificultad tiene el individuo para crear sus propios mitos personales, sobre todo si eso llega a exacerbarse hasta el punto de que es una invasión del horizonte imaginativo.

En los últimos tiempos me llama mucho la atención que la publicidad o la propaganda -porque a la publicidad siempre la llamo propaganda, que muchas veces está evocada en los mecanismos totalitarios de propaganda que se inventaron en el siglo XX-tiende a abarcar todas las esferas. Hubo un momento en que la publicidad se ocupaba del aspecto vinculado a lo económico o social; ahora ha incorporado también aspectos supuestamente metafísicos o espirituales. Últimamente, por ejemplo hay una publicidad que quiere sintetizar lo que fue Mayo del 68 a través de la consigna "Sed realista, pedid lo imposible". Esto quiere decir que la publicidad que en el fondo es la gran oración idolátrica de nuestra época, la que comparten masas inmensas y la que en cierto modo es creada por los sacerdotes de nuestros días, tiende a invadir la propia imagen individual y tiende a usurpar tu propia libertad para crear tus mitos. Y claro, eso se hace con una tecnología masiva sin precedentes. Si nosotros queremos comparar no es lo mismo suscitar la idolatría del becerro de oro o las idolatrías de sectas que podían tener diez, cien o mil sectarios, que las idolatrías actuales que a través de estas oraciones propagandísticas y colectivas pueden abarcar fulminantemente al mismo tiempo en los cinco continentes las mismas informaciones y al mismo tiempo reciben las mismas interpretaciones míticas. Reciben la realidad y el sueño, o la realidad y el mito, en forma inmediata y simultánea. Esto es lo que podríamos llamar nuestra idolatría a comienzos del siglo XXI; si bien es cierto que guarda conexiones con todo lo que ha sido la actitud idolátrica a la cual ha sido proclive el ser humano en todas las épocas, está regida por unos mecanismos completamente nuevos, sin precedentes en cuanto a su poder de intervención.

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Rafael Argullol

Rafael Argullol Murgadas (Barcelona, 1949), narrador, poeta y ensayista, es catedrático de Estética y Teoría de las Artes en la Facultad de Humanidades de la Universidad Pompeu Fabra. Es autor de treinta libros en distintos ámbitos literarios. Entre ellos: poesía (Disturbios del conocimiento, Duelo en el Valle de la Muerte, El afilador de cuchillos), novela (Lampedusa, El asalto del cielo, Desciende, río invisible, La razón del mal, Transeuropa, Davalú o el dolor) y ensayo (La atracción del abismo, El Héroe y el Único, El fin del mundo como obra de arte, Aventura: Una filosofía nómada, Manifiesto contra la servidumbre). Como escritura transversal más allá de los géneros literarios ha publicado: Cazador de instantes, El puente del fuego, Enciclopedia del crepúsculo, Breviario de la aurora, Visión desde el fondo del mar. Recientemente, ha publicado Moisès Broggi, cirurgià, l'any 104 de la seva vida (2013) y Maldita perfección. Escritos sobre el sacrificio y la celebración de la belleza (2013). Ha estudiado Filosofía, Economía y Ciencias de la Información en la Universidad de Barcelona. Estudió también en la Universidad de Roma, en el Warburg Institute de Londres y en la Universidad Libre de Berlín, doctorándose en Filosofía (1979) en su ciudad natal. Fue profesor visitante en la Universidad de Berkeley. Ha impartido docencia en universidades europeas y americanas y ha dado conferencias en ciudades de Europa, América y Asia. Colaborador habitual de diarios y revistas, ha vinculado con frecuencia su faceta de viajero y su estética literaria. Ha intervenido en diversos proyectos teatrales y cinematográficos. Ha ganado el Premio Nadal con su novela La razón del mal (1993), el Premio Ensayo de Fondo de Cultura Económica con Una educación sensorial (2002), y los premios Cálamo (2010), Ciudad de Barcelona (2010) con Visión desde el fondo del mar y el Observatorio Achtall de Ensayo en 2015. Acantilado ha emprendido la publicación de toda su obra.

 

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