Rafael Argullol
Rafael Argullol: Pienso que grandes filósofos del siglo XX son Rainer María Rilke, son Paul Valéry, son Thomas Mann; son escritores que han puesto esa médula en el escenario y han provocado una interrogación superior a la que muchas veces han provocado los neosofistas.
Delfín Agudelo: ¿Por lo tanto consideras que hay un punto de unión absoluto entre el quehacer literario y el filosófico?
R.A: Absolutamente. No solamente hay una unión sino que hay unas líneas que se superponen. Quizá no enteramente, pero se van intercalando, se van cruzando. Pero eso ya ocurría en la antigüedad. Podemos leer tranquilamente el Fedro o el Banquete de Platón como textos de lo que modernamente hemos llamado literatura. Y sin embargo en estos textos las brillantísimas reflexiones metafóricas se cruzan con deslumbrantes análisis conceptuales. Con lo poco que nos ha quedado de los presocráticos ocurre lo mismo, y en algunos filósofos ya modernos, empezando por Giordano Bruno, continuando con Nietzsche, Schopenhauer, Kierkegaard, etc., ocurre lo mismo. De la misma manera, visto desde el otro lado indudablemente Goethe es alguien que nos sirve igualmente como interlocutor literario que como interlocutor filosófico, y lo mismo me atrevería a decir de nombres que van desde Baudelaire hasta Samuel Beckett. Por tanto creo que es un gravísimo error, consecuencia de nuestra obsesión clasificatoria, haber separado lo filosófico de lo literario a través de supuestos géneros de escritura.