Rafael Argullol
Delfín Agudelo: En cuestiones de cambios estéticos, hay un ejemplo que me gusta mucho y lo veo a veces en la televisión. Trata del programa que consiste en la transformación de alguien que tiene problemas de dentadura, de visión, en el rostro, de peso, etc, y luego de someterla a variadas operaciones, la convierten: su cuerpo es otro. No es solamente el cambio, sino la manera como la devuelven al mundo, puesto que organizan una fiesta, invitan a su familia y amigos a participar del renacer.
R.A.: Mientras te estaba escuchando recordé una viejísima cuestión teológica, que es cómo serían los cuerpos en el momento de la resurrección de los cuerpos. Esa cuestión teológica implicaba la cuestión moral y psicológica, porque dependiendo de cómo sería el cuerpo en el momento de la resurrección, cómo te recibirían los demás. Como en tantas otras cosas, nuestra televisión y medios de comunicación están asumiendo en nuestra época muchísimas funciones sacerdotales anteriores. Han llegado a tal refinamiento en sus propósitos que plantean la resurrección de los cuerpos. Estas pobres personas de las que me hablas, que salen en este programa, son recogidas en estado terminal desde el punto de vista de la belleza considerada por la sociedad, y comienzan un proceso de reconversión frankensteniana, son de nuevo ofrecidas a sí mismas y a los otros como resurrectos.
Ahora bien, como esa resurrección no ha sido dominada por ellas mismas, cabe preguntarse qué ocurrirá no con los otros sino con ellos mismos. No me pregunto tanto qué ocurre con el marido o con la novia, o esposa o padre del resurrecto o resurrecta; me pregunto qué está ocurriendo en su interior. Es una vieja cuestión teológica pero también es una vieja cuestión de las leyendas y de los cuentos. En la mayoría de las culturas está la leyenda y folclore de la horrorosa bruja, o de la rana asquerosa, del sapo que en realidad era una princesa, o también de cualquier monstruo que se convierte en príncipe azul. Claro, cuando eres pequeño te fascinan mucho esas metamorfosis. Pero cuando eres adulto piensas en el momento en que de bruja pasa a princesa, con una gran belleza. ¿Qué ocurre en tu interior? ¿Eras bruja o eras princesa? Esa es la cuestión.