Rafael Argullol
Rafael Argullol: En esos dos casos no tiene ningún valor la fidelidad, y nos adentramos en un terreno en el cual, en cierto modo, el mundo contemporáneo tiene riesgos de totalitarismo, incluso en lo más íntimo de la vida cotidiana
Delfín Agudelo: Similitud carnavalesca con la idea de la vejez: imagino el caso en que llega un paciente donde el doctor a pedirle una prescripción para dejar de serle infiel a su pareja. Me pregunto si lo pagaría el seguro médico…
R.A.: Acerca del paciente, sucedería habitualmente, especialmente en un mundo dominado por una ideología norteamericana que invita a hacer este tipo de cosas. Fíjate que algunas de las fotos más patéticas que se repiten en la prensa y que vemos en la televisión es la foto o imagen del político norteamericano que, acusado de infidelidad, se presenta en público con su esposa para pedir perdón por esa infidelidad. Las caras que hacen las esposas en esa imagen que se repite como seis o siete veces al año en Estados Unidos es un auténtico poema porque ves la cara de la mujer que está haciendo teatro de una manera radical. Entonces te preguntas el por qué de esa gran hipocresía. Evidentemente, esa ideología invitaría a un tratamiento masivo del infiel a través de fármacos. Que se cumpliera o no, invita a eso: es la imagen del político arrepentido pidiendo perdón a su mujer, y que está dispuesto a una castración química en vez de volver a ser infiel.