Rafael Argullol
Rafael Argullol: Hoy en mi galería de espectros me ha parecido ver el de Lord Jim.
Delfín Agudelo: ¿Te refieres a Lord Jim de Conrad?
R. A.: Sí, es un personaje que siempre me ha resultado conmovedor. Si otros personajes de Conrad te reclaman por su fuerza, por su búsqueda como Marlon o por su carácter completamente demoníaco como Kurtz o los personajes que quedan atrapados en ese horizonte extático que es La línea de sombra, en el caso de Lord Jim hay algo tremendamente conmovedor porque es la radiografía de un error, de un error cometido en la juventud, y que posteriormente se convierte en el centro mismo de una vida. E·s la necesidad de purgar al menos en una pequeña parte ese error. Y ahí la historia de Lord Jim me parece ejemplar para todos nosotros, incluso para la época en que hemos vivido, en que tantas veces se ha reclamado la obediencia a ordenes superiores para la realización de determinadas cosas. Ese Lord Jim oficial, jovencísimo, oficial de marina que siguiendo las órdenes de los toros oficiales abandona a los peregrinos musulmanes que iban a la Meca en un naufragio, haciendo que todos ellos perezcan y que de repente se encuentra monstruosamente secuestrado por su propio sentimiento de culpa, a pesar de que todo lo que ha hecho él es obedecer órdenes. Me parece un personaje grandioso, porque precisamente su sentimiento de culpa y la necesidad de reivindicarse parte del hecho de considerar que la peor de las cobardías es la cobardía que se identifica con el haber seguido la cadena de mando.
Lord Jim intenta dar un viraje a lo que ha sido ese inicio terriblemente equivocado de su vida, incluso involuntariamente; ese inicio de cobardía que ha roto todas las leyes y códigos del mal, y el resto de su vida es como un proceso sacrificial en el cual Lord Jim busca la libertad, la catarsis, liberarse de esa mancha tremenda a través de toda una serie de exposiciones a riesgo, al peligro, toda una serie de aventuras. Con la cual se convierte en una especie de personaje bastante inhabitual en la historia de la literatura, al cual podríamos calificar como un hombre que está permanentemente sometido a una prueba iniciática de la cual sabe que nunca saldrá. Y que sin embargo acepta la permanencia o el círculo vicioso de esa prueba iniciática, prueba sacrificial permanente. Me conmueve el hecho de que en el fondo él sabe o piensa que nunca logrará lavar esa mancha, y que sin embargo, a pesar de todo, combate con todo ardor, con toda la fuerza, en esa dirección. Creo que un personaje como Lord Jim es especialmente turbador en una época como la muestra en la cual la apuesta por posiciones fuertes, por principios y valores fuertes es una apuesta que escasea, y ante esta escasez, adquiere una grandeza especial.