Rafael Argullol

Rafael Argullol: Hoy en mi galería de espectros he visto el espectro desconocido del maestro Frenhofer
Delfín Agudelo: Te refieres al personaje principal de la pequeña novela La obra de arte desconocida de Balzac
R.A.: Pequeña de tamaño, pero gran novela. Creo que hay muy pocos textos en la literatura moderna que consigan sintetizar un engranaje argumental y una estructura literaria tan compleja en tan pocas páginas. La novela de Balzac es por un lado una especie de narración de la narración; por otro lado es un cuadro dentro de un cuadro; es un ensamblaje casi perfecto entre materia histórica real y materia inventada y de ficción por el propio Balzac. Esto último incluso en la propia escenificación del personaje central: el maestro Frenhofer es un personaje aparentemente salido de la imaginación de Balzac, pero todos los referentes que se dan alrededor del personaje -el que era su maestro Mabuse, el que es su gran interlocutor en el relato del joven Nicolás Poussin que acaba de llegar de París desde su patria normanda, y otros personajes, otros pintores -son realmente históricos en el siglo XVII. Sin embargo, en medio de la trama de personajes históricamente reales, se incluye ese extraordinario personaje de ficción, el maestro Frenhofer, que es un hombre completamente obsesionado por la obtención de una pintura tan perfecta que llegue a ser vida.
Ahí se plantea con toda su crudeza la tensión entre arte y vida. Frenhofer se ha encerrado durante diez años en su estudio con un único cuadro, que tiene que ser perfecto, y le hace despreciar todo lo demás y todas sus demás obras, que aunque eran de un hombre que ya era muy reconocido, él las considera poco menos que basura. Se concentra en una sola obra, esa obra que necesita la perfección e inspiración en toda clase de figuras perfectas. Entra entonces la contradicción muy bonita en el relato, que es cuando Frenhofer le pide a Poussin que su novia y modelo pose desnuda para él dada su belleza. Surge la noción de los celos, pero el propio Poussin, por mora al arte, cede y está dispuesto a que su novia pose desnuda para Frenhofer con tal de poder contemplar esa obra que el maestro tiene escondida desde hace diez años, y que tiene que ser perfecta. Avanzamos hacia el momento final de la novela con un desenlace sensacional, y es que cuando finalmente Poussin accede a esa obra que está rozando una perfección tal que será vida, se encuentra con un enorme amasijo de formas caóticas y desordenadas. Eso le choca inmensamente, le decepciona, hasta que en un rincón del cuadro hay un pie tan perfecto que tiene vida. Es el arte superándose a sí mismo, haciéndose vida. Finalmente todo concluye como debe concluir: Frenhofer enloquecido y quemando la casa y la obra, pero incluso ahí nos encontramos que al mismo tiempo que en esa especie de culminación entre arte y vida es una premonición de todo lo que será el arte moderno y la vanguardia. Y todo concentrado en muy pocas páginas: una auténtica pequeña gran joya de la literatura.