Rafael Argullol
Delfín Agudelo: ¿Te refieres al Don Juan de Mozart?
R.A.: Sí, me refiero al que para mí es la materialización más perfecta del mito de Don Juan, que de manera paradójica no parece llegarnos a través de la literatura a pesar de las excelentes obras literarias que han recogido el tema, sino a través de la música, de la para mí mejor ópera de Mozart, y a través del maravilloso libreto que realizó el guionista habitual de las obras italianas de Mozart, Lorenzo Daponte. Cuando me acerco al Don Giovanni de Mozart recuerdo una representación que vi dirigida por Carlo Giulini en la Scala de Milán en el año de 1993; pero sobre todo me acuerdo de una película de Joseph Losey que desgraciadamente es proyectada muchísimo menos de lo que me gustaría. Es una película sobre Don Giovanni con un extraordinario Don Giovanni, Rugero Raimondi, el cual, a mi modo de ver, sintetiza como pocos todo lo que han sido las distintas pulsiones del Don Juan histórico. Te lleva hasta el último límite del reto de Don Juan. El carácter seductor, destructivo, y autodestructivo de Don Giovanni queda puesto de manifiesto a través de su actuación y sobre todo a través de su maravillosa voz. En este Don Giovanni filmado por Losey además hay un juego dialéctico entre Don Giovanni y su escudero Leporello auténticamente maravilloso, a través del cual los propios contrastes de la personalidad de Don Juan se ponen más en evidencia que nunca. Por tanto en mi opinión Losey recoge como si fuera el mejor de los directores de ópera su película la representación de Don Giovanni, y Mozart es para mí quien ha sabido captar con mayor precisión los vuelos y caídas de ese personaje arquetípico de la cultura europea.