Rafael Argullol
.A.: Sí, a éste que quizás sea el representante más ilustre y completo de la saga de los Faustos en el siglo XX. A través del compositor musical Adrian Leverkhün, Thomas Mann intentó dar un nuevo contenido al mito de Fausto, que en cierto modo heredaba el original renacentista y sobre todo el que había planteado Goethe en su obra de principios del siglo XIX, pero que le daba un giro por un lado más contemporáneo y por otro lado decididamente más desolador. En el caso de este Fausto del siglo XX planteado por Thomas Mann nos encontramos con un artista que tiene el terror de la esterilidad creativa, y que frente a este terror está dispuesto a pactar con el diablo que evidentemente ya no con es un diablo medieval o un infierno medieval, ni tan siguiera el infierno planteado por Goethe, de carácter ilustrado y romántico. Se trata de un infierno muy nuestro, contemporáneo, en el sentido de que forma parte de nuestra propia alma, de nuestra propia psicología.