El peligro de la clonación
Rafael Argullol: La migración tiende a dinamizar la imaginación. Son dos movimientos contrapuestos y estamos metidos entre ambos.
Delfín Agudelo: El único salvamento sería que cada uno de los elementos que conforman la nueva ciudad cargue con su propio terruño.
R.A.: Es muy importante mantener señas de identidad en medio de un gran viaje universal o que el viaje universal sirva para crear las señas de identidad. Es muy importante comprender que el viaje de la experiencia humana es un viaje que ha ampliado mucho sus horizontes. El viaje no es únicamente conocer tu comarca, tu país o tu región, sino que tienes de alguna manera el derecho y el deber de contrastarte con todas las tradiciones del mundo, no para disolverte en una especie de nada homogénea, sino crear unas señas de identidad propias, para crear una nueva patria. Soy de los que cree que la patria no está al inicio sino al final, es lo que vamos construyendo. Claro que hay una patria natalicia, donde hemos nacido cada uno, pero de alguna manera ahora tenemos la posibilidad y obligación de tener un viaje iniciático, un viaje de la experiencia que tiene unas posibilidades amplísimas, no para disolvernos en él y quedar clonados en una especie de falta de identidad universal, que es lo que a veces parece que es la invitación del capitalismo y de los medios de comunicación actual, sino para ir construyendo tu propia patria personal a partir de mimbres mucho más variados y ricos de los que podía tener como posibilidades alguien del siglo XIX. Por tanto hay una dialéctica muy delicada entre lo universal y lo particular, que creo que es lo que podemos enriquecer, porque de lo contrario esas grandes posibilidades que nos plantea la comunicación universal se pueden anular por la presencia infinitamente repetida de lo mismo. Y ese peligro se está produciendo entre nosotros por ejemplo en el cine, donde hay una especie de clonismo argumental terrorífico, que muchas veces vive contra el estado porque tenemos acceso a tradiciones cinematográficas mucho más ricas que hace 50 años. Pero hay un peligro de esa clonación de la imaginación.