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El lenguaje de la alcantarilla

Por 2 de julio de 2010 Sin comentarios

Rafael Argullol

Dentro de este nuevo género periodístico constituido por las transcripciones de las charlas telefónicas de presuntos corruptos, el otro día podíamos leer la contundente argumentación de uno de los patriotas, en la que se nos aclaraba que la auténtica política no se hacía en los parlamentos sino en las alcantarillas. El patriota en cuestión -al que cabría calificar de gánster si no supiéramos que es un patriota- parecía así justificar la necesidad de los saqueos perpetrados por él y sus compinches por razones de realismo político. Venía a decirnos que, a la hora de la verdad, lo único que sustenta la política es aquel principio moral, tan edificante, que preside las conversaciones rufianescas: "todo hombre tiene precio". Son, por tanto, los políticos corruptos, que tuvieron un alto rango y honores de los que no han sido desprovistos, los que han sembrado la desconfianza general hacia la política, por más que algunos dirigentes ahora atribuyan el desapego a una suerte de mal de época, azuzado por los medios de comunicación.

Pero, volviendo al nuevo género periodístico, llama la atención el habla utilizada, acorde en todo al espíritu de la alcantarilla al que aludía el prohombre. Tanto en el capítulo Pretoria como en el Gürtel los protagonistas hacen gala de un total desparpajo al expresarse en la jerga mafiosa, convertidos en hampones de película, de esos no demasiado refinados, que salpican sus negocios con constantes alusiones a "cabrones" e "hijos de puta". Naturalmente, en el lenguaje de la alcantarilla no podían faltar alusiones a la testosterona, con solemnes afirmaciones testiculares o, por el contrario, con el lamento, también patriótico, de que las cosas van como van "porque estamos todos capados". La mayor riqueza idiomática, no obstante, se destina, como era de esperar, al dialecto intestinal: todos defecan sobre todos, sin que falte, evidentemente, quien lo hace sobre la divinidad. A juzgar por lo que opinan los presuntos corruptos, el mundo es una maloliente combinación de dinero y excremento.

Lo malo es que estos tipos fueron (¿presuntamente?) secretarios generales, diputados, alcaldes…, y habían comprado votos con el mismo ánimo codicioso con que luego comprarían a los hombres.

 

El País, 05/06/2010 

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Rafael Argullol

Rafael Argullol Murgadas (Barcelona, 1949), narrador, poeta y ensayista, es catedrático de Estética y Teoría de las Artes en la Facultad de Humanidades de la Universidad Pompeu Fabra. Es autor de treinta libros en distintos ámbitos literarios. Entre ellos: poesía (Disturbios del conocimiento, Duelo en el Valle de la Muerte, El afilador de cuchillos), novela (Lampedusa, El asalto del cielo, Desciende, río invisible, La razón del mal, Transeuropa, Davalú o el dolor) y ensayo (La atracción del abismo, El Héroe y el Único, El fin del mundo como obra de arte, Aventura: Una filosofía nómada, Manifiesto contra la servidumbre). Como escritura transversal más allá de los géneros literarios ha publicado: Cazador de instantes, El puente del fuego, Enciclopedia del crepúsculo, Breviario de la aurora, Visión desde el fondo del mar. Recientemente, ha publicado Moisès Broggi, cirurgià, l'any 104 de la seva vida (2013) y Maldita perfección. Escritos sobre el sacrificio y la celebración de la belleza (2013). Ha estudiado Filosofía, Economía y Ciencias de la Información en la Universidad de Barcelona. Estudió también en la Universidad de Roma, en el Warburg Institute de Londres y en la Universidad Libre de Berlín, doctorándose en Filosofía (1979) en su ciudad natal. Fue profesor visitante en la Universidad de Berkeley. Ha impartido docencia en universidades europeas y americanas y ha dado conferencias en ciudades de Europa, América y Asia. Colaborador habitual de diarios y revistas, ha vinculado con frecuencia su faceta de viajero y su estética literaria. Ha intervenido en diversos proyectos teatrales y cinematográficos. Ha ganado el Premio Nadal con su novela La razón del mal (1993), el Premio Ensayo de Fondo de Cultura Económica con Una educación sensorial (2002), y los premios Cálamo (2010), Ciudad de Barcelona (2010) con Visión desde el fondo del mar y el Observatorio Achtall de Ensayo en 2015. Acantilado ha emprendido la publicación de toda su obra.

 

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