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Deconstruyendo al autor

Por 12 de noviembre de 2008 Sin comentarios

Rafael Argullol

Fotograma Rafael Argullol: Pero se rompe una y parece que la multitud a través de los medios puede asomarse al edificio, y entonces todo tiene una demoníaca coherencia que hace que el escritor se convierta en uno de los personajes de sus propias obras.

Delfín Agudelo: Hay dos películas que creo que de alguna manera ilustran esto. Una tiene que ver con u escritor y otra con una persona que vive su vida imaginativamente. Pienso en Big Fish de Tim Burton, que es la creación de la realidad a través de personajes bizarros con los que al final se encuentra; y más cómico aún, una película que comentamos hace poco, Deconstructing Harry de Woody Allen: aparentemente es la constante preparación para su propio juicio a través de mundos imaginativos o de una existencia de veraz ficción. Esta súbita revelación de la interioridad no deja de ser en muchos aspectos peligrosa para el escritor como ser humano y como cohabitante en un sistema judicial y legal, puesto que todo lo que está diciendo puede ser utilizado luego en contra suya. Uno de los casos más representativos es el de Wilde, cuando Carson le acusa en su juicio por inmoralidad no solamente de frases escritas a Lord Alfred, sino de frases escritas en Dorian Gray: resulta utilizando la ficción para juzgar en la realidad.

R.A.: Es que si se llegara a imponer esa idea orwelliana de que evidentemente los argumentos de los escritores ya llevan en sí la trama de su propio delito -como en el caso que efectivamente se dio hace relativamente poco, no sé si en Polonia o alguno de los países del este, en que hubo alguien que primero asesinó y luego escribió una novela sobre el asesinato-es decir, si eso se convierte en una pauta general por la presión de la llamada opinión pública, nos encontraríamos con una especie de censura brutal de la literatura. Y eso podría pasar: de la misma manera de que lo políticamente correcto ha estado presente en todos los campos, también ahora empieza a aplicarse de manera bastante coactiva en el campo de la literatura. Volviendo sobre un autor ya comentado, me gustaría saber si en nuestros días Nabokov libraría la piel si publicara Lolita, porque muy probablemente sería acusado de escándalo público, sexual y de pederastia. Si se llegara a querer alguna escuela crítica, de carácter orwelliano, en el cual se juzgara todo a través de la propia construcción del escritor, qué pasaría: que cada vez más los escritores serían fabricantes de artefactos en los cuales no se refleja para nada su propia verdad. Un escritor que fabrica best sellers, generalmente no coloca nada de su verdad, sino solo piensa en el público, en comunicarse en medio de la oferta y la demanda. Pero claro, la imagen que nosotros defendemos del escritor que es aquél que se vierte o intenta verter lo que su experiencia y verdad le dictan no puede estar escribiendo coaccionado por esa especie de ojo orwelliano que le juzgará según las tramas que construye.

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Rafael Argullol

Rafael Argullol Murgadas (Barcelona, 1949), narrador, poeta y ensayista, es catedrático de Estética y Teoría de las Artes en la Facultad de Humanidades de la Universidad Pompeu Fabra. Es autor de treinta libros en distintos ámbitos literarios. Entre ellos: poesía (Disturbios del conocimiento, Duelo en el Valle de la Muerte, El afilador de cuchillos), novela (Lampedusa, El asalto del cielo, Desciende, río invisible, La razón del mal, Transeuropa, Davalú o el dolor) y ensayo (La atracción del abismo, El Héroe y el Único, El fin del mundo como obra de arte, Aventura: Una filosofía nómada, Manifiesto contra la servidumbre). Como escritura transversal más allá de los géneros literarios ha publicado: Cazador de instantes, El puente del fuego, Enciclopedia del crepúsculo, Breviario de la aurora, Visión desde el fondo del mar. Recientemente, ha publicado Moisès Broggi, cirurgià, l'any 104 de la seva vida (2013) y Maldita perfección. Escritos sobre el sacrificio y la celebración de la belleza (2013). Ha estudiado Filosofía, Economía y Ciencias de la Información en la Universidad de Barcelona. Estudió también en la Universidad de Roma, en el Warburg Institute de Londres y en la Universidad Libre de Berlín, doctorándose en Filosofía (1979) en su ciudad natal. Fue profesor visitante en la Universidad de Berkeley. Ha impartido docencia en universidades europeas y americanas y ha dado conferencias en ciudades de Europa, América y Asia. Colaborador habitual de diarios y revistas, ha vinculado con frecuencia su faceta de viajero y su estética literaria. Ha intervenido en diversos proyectos teatrales y cinematográficos. Ha ganado el Premio Nadal con su novela La razón del mal (1993), el Premio Ensayo de Fondo de Cultura Económica con Una educación sensorial (2002), y los premios Cálamo (2010), Ciudad de Barcelona (2010) con Visión desde el fondo del mar y el Observatorio Achtall de Ensayo en 2015. Acantilado ha emprendido la publicación de toda su obra.

 

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