Rafael Argullol

Rafael Argullol: ¿Has visto, Delfín, esta foto de Chet Baker?
Delfín Agudelo: Sí, es la foto tomada por Bruce Weber que apareció en el semanario de El País el día 12 de octubre, en la sección de belleza y complementos masculinos.
R.A.: Sí, esto es lo primero que me ha llamado la atención: que vivamos en una época en que la hiperdemocracia espiritual lleva a juntarlo todo en una suerte de totum revolutum, de manera que aquellas cosas que han formado parte de nuestra educación sentimental en profundidad quedan completamente mezcladas con todo el mundo trivial y fugaz de la moda. Digamos que el contexto en el que aparece esta foto causa una cierta irritación; pero por otro lado la foto me parece magnífica. Chet Baker siempre me pareció un trompetista excepcional; seguí de cerca su evolución, esta especie de atracción por el precipicio que caracterizaba su personalidad y también su propia música; había una simbiosis entre las dos. En esa foto se concentra maravillosamente bien lo que es la arruga que va produciendo la vida, el desgaste. Me gusta mucho, aparte de ese gesto con el cigarrillo en los dedos en el coche descapotable tan propio de Chet, cómo la foto se concentra todo ella en la mirada. Hay un claroscuro perfectamente conseguido por el fotógrafo con el sol brillando en su frente y en una de sus mejillas, y esa mirada melancólica de un hombre que parece afrontar con una mezcla de escepticismo y de pasión desgastada lo que es su destino inmediato.