Rafael Argullol
Salimos, al fin, de las ciudades.
Corremos por los bosques sagrados.
Llegamos a las estepas
por donde se desplazan, vigilados, los ejércitos invisibles.
Extenuados, entramos en combate.
Luchamos con valentía, esforzadamente,
aun sabiendo, de antemano, el desenlace.
Y cuando es descargado sobre nosotros
el golpe definitivo, y caemos en la caída final,
tenemos una última mirada
para el cielo, el signo de nuestra victoria.