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Ficha técnica

Título: The Wire. 10 dosis de la mejor serie de la televisión | Autores : David Simon, George Pelecanos, Nick Hornby, Rodrigo Fresán, Jorge Carrión, Margaret Talbot, Iván de los Ríos, Marc Pastor, Sophie Fuggle y Marc Caellas | Introducción: David Simon |           Relato inédito: George Pelecanos | Editorial: errata naturae | Colección: Fuera de colección | Género: Ensayo / Cine / TV | ISBN:978-84-937889-1-9 | Páginas: 240 | Formato: 14,5 x 21 cm.| PVP: 21,90 € | Publicación: 10 de mayo de 2010

The Wire

Varios autores

ERRATA NATURAE

The Wire es el relato de la brutal guerra de desgaste entre las fuerzas policiales de Baltimore y los principales traficantes de drogas de la ciudad. Pero, en realidad, la historia que nos cuenta The Wire es la de una difuminación: entre el bien y el mal, la justicia y la injusticia, lo legal y lo ilegal, lo correcto y lo erróneo. A lo largo de cinco inolvidables temporadas asistimos al retrato infinitamente rico, denso, detallado y estratificado de una ciudad media norteamericana: desde los camellos más jóvenes que protegen y rentabilizan sus esquinas hasta los trabajadores del puerto que se enfrentan al paro, pasando por las crispadas relaciones entre los representantes del sistema educativo y los ennegrecidos salones del poder político o el derrumbe progresivo de la estructura contemporánea de los medios de comunicación. Finalmente, The Wire da cuenta del derrumbe de un Imperio y de las terribles consecuencias para sus ciudadanos desde una infinidad de puntos de vista.

Errata naturae editores ha querido entrar en el «negocio» distribuyendo 10 nuevas dosis para todos los adictos a la serie. Y de la mejor calidad: la magnífica introducción al volumen escrita por David Simon, creador de la serie; un relato inédito del escritor George Pelecanos, uno de los más aclamados guionistas de The Wire; y contribuciones de otros destacados escritores y pensadores de ambos lados del Atlántico.

Las 5 temporadas de The Wire relatan, aparentemente, un guerra de desgaste entre las fuerzas policiales de Baltimore y los principales traficantes de drogas de la ciudad. Pero, en realidad, la historia que nos cuenta The Wire es la de una difuminación: entre el bien y el mal, la justicia y la injusticia, lo legal y lo ilegal, lo correcto y el error, tal como les sucede a una serie de hombres y mujeres en lucha contra las instituciones que los ciernen.

Asistimos así al retrato infinitamente rico, denso, detallado y estratificado de una ciudad media norteamericana: desde los camellos más jóvenes que protegen y rentabilizan sus esquinas en las calles de la periferia hasta los trabajadores del puerto que se enfrentan al paro, pasando por las crispadas relaciones entre los representantes del sistema educativo y los ennegrecidos salones del poder político o el derrumbe progresivo de la estructura contemporánea de los medios de comunicación. El derrumbe de un Imperio y las consecuencias para sus ciudadanos desde una infinidad de puntos de vista. Tal vez, la gran novela americana de comienzos del S.XXI.

 

Introducción
  David Simon 

                                                                  «Aquí estamos construyendo algo…
                                                                  y todas las piezas tienen importancia».
                                                                  Detective Lester Freamon, The Wire 

Lo juro: no ha sido nunca una serie con policías. Y aunque había polis y gánsteres en abundancia, nunca ha sido del todo apropiado clasificarla como ficción criminal, aunque la espina dorsal de cada temporada haya sido sin duda una investigación policial en Baltimore, Maryland.

    Pero haber dicho eso hace -ya casi- una década, cuando la HBO estrenó The Wire, habría sido rayar en el ridículo. Habría sido cómico, por no decir también pretencioso, esgrimir la proclama de Lester Freamon.

    Como medio para contar historias serias, la televisión tiene pocos títulos que la avalen, o al menos así ha sido durante la mayor parte de su historia. ¡Qué otra cosa se podría esperar de un marco en el que, durante muchas décadas, el momento álgido del relato ha venido siendo la pausa para la publicidad, esa quíntuple interrupción cada hora en la que se pide a guionistas, actores y directores que manipulen el relato de manera que una visita al frigorífico o al cuarto de baño no signifique un alejamiento real del televisor o, peor aún, el cambio de canal pulsando el mando a distancia!

    En tales condiciones, ¿cómo puede pretender un narrador hacer algo realmente ambicioso? ¿Dónde pueden quedar a salvo los relatos si no es en los paradigmas simples del bien y el mal, de héroes, villanos y parecidas caracterizaciones? ¿Dónde si no es en tramas que resulten asequibles a los espectadores más ignorantes o indiferentes? ¿Dónde si no es en la bobería inane y apaciguadora, en las narrativas auto-asertivas y auto-tranquilizadoras que reconfortan a los americanos acomodados mientras hacen la vista gorda ante los americanos más desgraciados, para así vender mejor furgonetas Ford y comida rápida, cerveza y zapatillas de deporte, iPods y productos de higiene femenina?

    Tengamos en cuenta que, durante varias generaciones, el lustre de los rayos catódicos de nuestro campamento nacional y el reflejo televisado de la experiencia americana -y, por extensión, de las democracias occidentales de libre mercado- nos han llegado desde arriba. Las películas del Oeste, las policíacas y las judiciales, las telenovelas y las comedias de situación, todo ello concebido en Los Ángeles y Nueva York por profesionales de la industria y posteriormente configurado por distintas entidades corporativas, están destinadas a aplacar y sosegar al mayor número de telespectadores posible, infundiéndoles la idea de que su futuro será mejor y más brillante de lo que es en la actualidad y de que nunca como ahora ha habido un momento tan propicio para comprar y consumir.

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Varios autores

Joaquim Poireau de recorrido itinerante, el poeta es un mal-entendido, el vano esfuerzo de escapar al susurro que le dicta y en el que se reconoce: «Yo no tengo dinero, creo que ya lo dije en otro poema;/ no tengo casa, ni patio, ni suelo, ni compañeros viejos/ de trabajo, ni ilusiones ganadas o perdidas». Ofrece una voz inédita, vehemente por el eco de su biografía... y quién sabe si esa vida hubiera sido posible sin los versos que nos dejó escritos en carpetas olvidadas. Diosnel Saldívar es miembro de Boris Vian, un colectivo underground cuya sede es la planta alta y la azotea de un rascacielos asunceno en el que conviven farra, exposiciones de arte, conciertos, proyecciones de cine de autor y editoriales marginales. Es saxofonista, escritor y guionista de televisión. Está casado con una madrileña a la que conoció en Buenos Aires cinco años atrás. Actualmente se gana los cuartos como locutor del programa Mari-lin en Radio Aleph.   Padre Octavio nace en Palma en junio de 1973. Era pequeño, de ojos grandes y negros, ocultista, teósofo, simpático, excelente persona, vegetariano; y aunque condenado a vivir en un segundo plano por prófugo del servicio social, todavía anda diciendo por pueblos y calas de Mallorca aquello que decía a principio de los años noventa: «Os traigo la cola del cometa».   Jan Carelman (Belfast, 1972), hijo de una posadera francesa y de un inglés loco que diseña objetos imposibles, dicen que al llegar a la isla se le inundaron los ojos de luz. También cuentan que desde que cayeron las torres gemelas en New York vive tramuntanero en un refugio de montaña, donde sólo llegan las mulas y los excursionistas a pie: «Dejé atrás la ciudad, el ruido, la supervivencia, las mujeres, el hambre».   Miguel Arredondo ensayista consumado, tozudo y libertario, Arredondo dedica su palabra más íntima y personal a El libro de los pobres, obra en prosa en que trabaja hasta que muere asesinado por la policía en mayo de 1972, en un momento en que América Latina hierve en dictaduras.   Andreu Peris (Sagunt, 1968 - Coll de Nargó, 2005) se dedicó a ser poeta de provincias, sobre todo en lengua catalana, logrando incluso una entrada de varias líneas en la página doscientos ochenta y siete de la primera revisión de la Gran Enciclopedia de Mallorca.   Jordi Lahispaniola es primo de Elías Deià según él mismo, nace en Madrid en 1973. No consigue fijar el tono de su voz hasta el año 2004 en Uvero Alto, República Dominicana. Allí escribe los poemarios Jordi Lahispaniola, a modo de confesión y el ínclito Yanvalou.   Peris K. Dick amigo virtual del astronauta Edgar Mitchell, el sexto humano que pisó la Luna, Peris K. Dick comienza a publicar ciencia ficción antes de cumplir cuarenta años. Suele dedicar lo que cuenta a su pequeña, que sí le comprende, y siempre se deja aconsejar por Jan Vëllem, con quien está escribiendo a cuatro manos el novelón Paisajes del Universo.   Travis Ortega (London, 1964 - Malabo, 2007) aterrizó en Mallorca en los noventa para quedarse entre nosotros cerca de siete años. Poco sabemos de él, salvo que era hijo de irlandesa y mexicano y que nació en un barrio marginal de Londres. «Soy nómada, bastante mujer y mi sangre es mitad ginebra, mitad palabras».   Andrés Duvet (Pyongyang, 1971) es un habitante de lo impalpable, uno de los que sueña y su palabra se convierte en carne: «No es un oficio ser escritor, sino una vida». Escribe poemas en reversos de servilletas, extensas cartas de caligrafía extrañísima y crónicas periodísticas en los márgenes de los diarios matutinos.   Nöel Zinc desapareció del mundo literario en 2001 para dedicarse en exclusiva a la creación. Desde entonces nadie ha vuelto a verle, en persona, por ahí. La única forma de acercarnos a su extraño universo creativo es a través de The Nöel Zinc Virtual Project.   Joan Van Dahlmann es vecino de Marivent. Rapsoda, guitarrista de acústica, cantante de blues y alma del Disparador Poético, que es un diccionario portátil con «palabras a mano para versos urgentes» como, por ejemplo: «corpóreo atributo acaecer provisión inconexo accesorio catálogo».   Andreu Sabater en una sola frase resume toda su biografía: «Fui parido en una recóndita sierra cerca del centro del mundo». Este es el único dato que Andreu accede a compartir, porque como dice él mismo: «Qué más dará mi edad o pueblo, mi sabor preferido o lo que pienso sobre Dios».   Elías Deià nace en Madrid en 1973 sin manera de insertarse en la ciudad siendo sólo poeta -además hay que ser alguna otra cosa para vivir, porque ser poeta no da para mucho-, lee su primera poesía en las cavas de Arapiles, Maravillas y La Guindalera. 

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