Ficha técnica
Título: Regreso a Twin Peaks | Varios autores | Editorial: errata naturae | ISBN: 978-84-16544-39-4 | Páginas: 504 | Formato: 14 x 21,5 cm. | PVP: 20 euros | Año de publicación: mayo 2017 |
Regreso a Twin Peaks
Varios autores
David Lynch hizo historia en la televisión de los noventa. Twin Peaks se convirtió en un fenómeno de masas que mantuvo a los espectadores en vilo. Ahora, veinticinco años después, tras el abrupto final de la segunda temporada, regresamos a Twin Peaks con una tercera entrega. Pero Twin Peaks ya no es un simple escenario para una serie, un pueblo más de la América profunda, sino un lugar mítico, una auténtica mitología moderna. Y el retorno a ese lugar no es una coda ni un homenaje, sino la confirmación de un clásico. También es la oportunidad, a través de este libro, de volver a aquellos bosques y a aquel café, la ocasión para pensar qué hizo de Twin Peaks un relato televisivo revolucionario y cómo se ha convertido en el estreno más esperado en muchos años. Para ello contamos con el propio David Lynch, que nos relata cómo surgió y cómo se hizo Twin Peaks, con todo detalle y con anécdotas tan inverosímiles como reales. También nos acompaña David Chase, creador de Los Soprano, que nos habla de la influencia de la serie de Lynch sobre los mafiosos de Nueva Jersey y sus sueños. A continuación, uno de nuestros cineastas más internacionales, Nacho Vigalondo, escribe sobre el desconocido final alternativo de Twin Peaks y la importancia que tuvo en su cine, y Michel Chion, máximo especialista mundial en la obra de Lynch, nos propone un inmejorable umbral para analizar los diferentes temas de esta producción. De ello se ocuparán los demás autores de este volumen, que abordan de manera ágil y lúcida la relación de la serie con la filosofía, la naturaleza, la historia, lo salvaje o el mal. Bienvenido, de nuevo, a Twin Peaks.
PRÓLOGO DE LOS COORDINADORES
Hace algo más de veinticinco años que la cadena de televisión norteamericana ABC emitió el primer episodio de Twin Peaks (en España la encargada de su difusión fue Telecinco, por increíble que hoy pueda parecernos). Aquella serie asestó, acaso sin pretenderlo, el definitivo golpe de gracia al modelo de «ficción california» preconizado durante décadas por el productor Aaron Spelling. 1990 fue, en cierto modo, el «año cero» de una nueva narrativa serial que osaba ir más allá de la visión «neorrealista» de los mejores productos de la Second Golden Age, para adentrarnos abruptamente en la posmodernidad televisiva. Sus creadores, David Lynch y Mark Frost, se atrevieron a pervertir los topoi más reconocibles de la telenovela norteamericana, en una doble operación de revisión melancólica y desmitificación iconoclasta. Como Peyton Place o Santa Barbara, Twin Peaks narraba las vicisitudes diarias de una pequeña comunidad. El culebrón costumbrista se mezclaba hábilmente con la serie de investigación policial al viejo estilo. Pero lo verdaderamente relevante de la serie es que se atrevía -como antes ya habían hecho otras ficciones de culto como El prisionero- a llevar al espectador más allá de las fronteras narrativas y geográficas de la ficción tradicional, adentrándole en otro mundo impredecible y misterioso que podríamos identificar con La Habitación Roja, un espacio simbólico que conectaba con los delirios del surrealismo o las obras teatrales de Samuel Beckett. Twin Peaks nos acostumbró a contemplar el mundo cotidiano como si fuera una alucinación. Al igual que el Alfred Hitchcock de Vértigo. De entre los muertos, Lynch se atrevió a insertar inquietudes personales en el seno de un producto destinado a luchar por los índices de audiencia, a través de una rica simbología poblada de troncos y abetos Douglas, diners con mesas de fórmica, desayunos con tazas de buen café, dónuts y tartas de cereza; y también padres terribles, hombres gigantes, enanos bailarines o hippies envejecidos que se convertían en la pura encarnación del mal.